Page 243 - Luna de Plutón
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observando al hombrecito, quien ocultó su cabeza. Los labios delgados y largos
empezaron a describir una siniestra sonrisa en su dentadura anormal y falsa.
—No te preocupes por tu jefe, pequeño hombre, no lo meteremos en problemas.
Por ello he ordenado cortar el flujo de comunicación de la nave, que obviamente
también busca a la Tungstenio. ¡Todo lo que haremos, señores —exclamó
histriónicamente, dándose media vuelta y señalando al Nautilus, reflejado en la
pantalla principal—, es sencilla, llana, claramente colocar más cargos a las espaldas de
Metallus del Titanium, adjudicándole a su nave la destrucción de esta! ¡Apaguen las
luces de la cabina ahora!
Mojo Bond arrugó la cara con perplejidad.
—¿Quién sabe? —susurró Meinhardt, suavemente, mientras se hacía la oscuridad
—. Tal vez, como no les dio tiempo de mandar un mensaje de alerta, a la flota le dé
por pensar que la Tungstenio los atacó por la espalda…
Justo en ese momento, como si fuese una tropa de autómatas, los oficiales
plutonianos de la cabina, en su mayoría chicos y jóvenes de rostro demacrado y
manos huesudas, recostaron la cabeza sobre los tableros, y pusieron sus brazos
encima de ellas, como niños tratando de acostarse a dormir en un salón de clases,
guardando total silencio, en una quietud tétrica, tragados en una oscuridad casi
absoluta, apenas rota por los puntos blancos del universo y el Nautilus, reflejado en la
pantalla principal.
Hallyfax se llevó las manos a la cara, y con un movimiento brusco, y su cuello
agitándose destempladamente, como si fuera de goma, se desenroscó los espejuelos
que llevaba sobre los ojos.
Mojo Bond tenía la boca entreabierta, se ajustó sus lentes, podía ver la silueta del
cuerpo de Hallyfax tras la pantalla. Raah estaba en su silla, los codos apoyados en los
apoyabrazos y los dedos de las manos sostenidos entre sí, viendo, meditativo, a la
Parca Imperial.
El comandante de la nave estaba sentado sobre su puesto, la gorra apenas dejaba
ver sus ojos y le formaba una sombra sobre su puntiaguda nariz.
—Preparen cuatro torpedos, vamos a impactar el casco de la nave no identificada.
—Sí, señor.