Page 241 - Luna de Plutón
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hablar en voz alta, sin dejar de ver, a través de la pantalla principal la cabeza de la
Parca Imperial, que abarcaba todo el campo de visión del monitor.
—Habla el comandante de la HFPU Nautilus. Esta es una nave federal, así que
tiene la obligación de identificarse.
El silencio que sobrevino a sus palabras fue absoluto, la rendija en el centro de la
computadora que controlaba el puerto de comunicaciones no emitió respuesta alguna.
—Les agradeceríamos que cooperaran —prosiguió, en voz más alta—. Sabemos
que su nave tiene tripulantes y que me están escuchando. Por favor, identifí…
—¡Comandante!
El hombre giró la cabeza para ver al ingeniero, que estaba alterado, el juez Raah
sintió tal espanto viniendo de aquel hombre que decidió ponerse de pie y acercarse.
—¿Qué pasa?
—¡Nuestra computadora neural! ¡Está completamente fuera de línea!
—¡Pues póngala a funcionar otra vez, hombre!
—No —atajó otro ingeniero, sentado al lado, tecleando bruscamente sobre la
máquina—. Las… ¡Las han apagado!
—¿Cómo hicieron eso? —interrogó Raah.
—Es radiación, esa monstruosa nave está emitiendo un flujo enorme de radiación
en toda su circunferencia… No podemos comunicarnos a ningún lado, excepto con
ellos.
—¿Lo están haciendo adrede?
—¡COMANDANTE! La nave desconocida está aplicando un flujo remolcador
sobre el Nautilus, nos quieren retener.
—Creo que ahí tiene su respuesta.
—¡Alerta roja! Motores a máxima potencia, eleven escudos, preparen torpedos,
¡quiero el 85% de la energía a los reactores de la nave!
Las bombonas que contenían las luces rojas, apostadas en el techo de la cabina, se
dispararon los tripulantes empezaron a trabajar más a prisa, mientras que en el interior
de la nave los soldados se preparaban dentro de la Bahía de Torpedos, algunos sin
dejar de sentir un pavoroso desasosiego al ver, en sus monitores holográficos, a la
enorme mancha que representaba a la Parca Imperial.
—Comandante, informan que no hay respuesta de los reactores. El flujo
remolcador es demasiado potente… ¡No podemos escapar de ella!
El licántropo tuvo que sujetarse del respaldo de su propia silla cuando un crujido
gigantesco envolvió a la nave e hizo temblar todo. Los tripulantes se abrocharon los
cinturones de seguridad, murmurando en voz alta.