Page 240 - Luna de Plutón
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descansaban sobre el regazo del capitán se hundían lentamente dentro de su cabeza,
mientras le colocaban la máscara, y ponían sobre sus ojos los espejuelos negros y
redondos, que protegían a sus ojos de la luz. Hallyfax se puso de pie y se dio la vuelta
como el que siempre era. Se puso de cuclillas frente a Bond, mientras este temblaba
incontrolablemente, empañando sus anteojos de cristal oscuro. Con uno de sus dedos
hizo tintinear una de las chapas de su chaleco.
—Uno tiene que preocuparse por su apariencia de vez en cuando, ¿no te parece?
—dijo sonriendo con obscenidad.
Se puso de pie y se marchó por el pasillo.
Bond, con la cara bañada en sudor y aún temblando, decidió que era mejor
regresar con su jefe…
La semejanza de Raah con la de un gato era impresionante: sus ojos, sus facciones
felinas y la forma con la que observaba a la pantalla principal del Nautilus (que
reflejaba a un enorme mancha negra que, rápidamente, se transformaba en la Parca
Imperial) parecía la de un gran felino acechando. Estaba de pie, quieto, con su túnica
larga, observando con cautela. La tripulación estaba demasiado anonadada para
hablar, aquella descomunal nave espacial, que desde hacía rato había cautivado por
completo su atención, era demasiado espectacular como para que nunca hubieran
sabido de ella, y menos la tripulación de una flota de la Hermandad Federal, que a su
vez poseía la asociación militar (conocida) más poderosa del Sistema Solar.
—Estamos a cinco kilómetros, comandante.
—Salúdela, teniente.
—No contestan, señor.
Frente a la Parca Imperial, el Nautilus era insignificante.
—Salúdelos otra vez.
El teniente operó sobre su consola, haciendo una misma labor repetida.
—No contestan, señor… Es como si no hubiera nadie adentro.
—Pero lo hay, evidentemente. Hay motores en funcionamiento y luces. Abra un
canal, teniente.
—Listo, comandante.
El licántropo se levantó de su silla, caminó hasta el centro de la cabina, y empezó a