Page 244 - Luna de Plutón
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—Estaciones de combate, ¿listas?
—Listas.
—Ingeniería, ¿lista?
—Lista, comandante.
—¡Fuego!
La pantalla, que era dominada completamente por un pedazo de la Parca Imperial,
no reflejó alteraciones; ningún proyectil salió disparado hacia delante. En otra
situación, la escena hubiese sido divertida.
—¡Fuego!
El elfo y el licántropo giraron sus cabezas.
—¡He dicho fuego, copiloto! ¡Obedezca!
Pero el copiloto, quien estaba de espaldas, frente a su tablero, de hombros caídos,
no hacía nada. De hecho, ni siquiera podía escucharlos. Solo veía a la Parca Imperial,
con los ojos en blanco y la boca abierta, igual a un cadáver que lleva días
pudriéndose. Su rostro reflejaba la angustia personificada y sus ojos se hicieron secos
y temblorosos. Se levantó de su silla lentamente, caminando hasta la pantalla
principal, colocando con suavidad la yema de sus dedos sobre el cristal.
—¡Regrese de inmediato a su puesto o enfrentará un juicio marcial! ¡Regre…!
—¡Está poseído, comandante!
—¿Poseído?
—¡Mi hijo! ¡MI HIJO! ¡¡MI HIJO, MI HIJO, MI HIJO!! —chilló el hombre,
aterrorizado.
—¿Qué le pasa, por dios?
—¡Oh, mi hijo! —gimió, golpeando la pantalla, temblando—. ¡Está allá afuera,
flotando en el espacio! Se asfixia, ¡mi hijo!
Las exclamaciones del hombre fueron ahogadas cuando una piloto que estaba
sentada del otro lado de la cabina empezó a gritar sin control, una y otra otra vez
aullando con dolor, intentando sacarse bichos de encima, con los ojos perdidos en la
nada.
Otro tripulante se hallaba en posición fetal, vomitando.
La cara de Raah estaba dividida entre la sorpresa y el asco; por primera vez, las
líneas de su rostro reflejaron una emoción distinta a la determinación: tenía miedo, y
se quedó atónito ante un tercer tripulante que saltó de espaldas sobre su panel de
control, profiriendo un alarido en el paroxismo de la histeria, como si hubiese algo en
la sala de controles que le produjese un terror total.
El primer afectado tenía los puños llenos de sangre, los nudillos despellejados. La