Page 250 - Luna de Plutón
P. 250

abrieron la puerta del despacho.

       —¿Acaso ya no existe respeto por el Shah?
       —Entre nosotros, los elfos, no hay ninguna regla de cortesía que implique golpear

  la puerta antes de pasar adelante —repuso Degauss.

       —Tienes razón, no la hay. Aunque es una norma de educación.

       —¿Una norma de educación? ¿Dónde?
       —En  el  libro  no  escrito  sobre  normas  de  educación  de  cualquier  cultura  en  el

  Sistema Solar. Tal vez los ogros han estado enseñándote un par de mañas.

       —Oh, no tienes idea, pero creo que sabes bien a qué vengo.

       —Lo sé, es increíble que también sepas con exactitud el momento en que iba a
  hacerlo. Hay cosas sobre nosotros, los Elfos Silvestres, que incluso ustedes, los elfos a

  secas, desconocen, pero ese es otro tema. ¿Qué vas a hacer al respecto, Panék?

       El Shah bajó la mirada para ver la hoja de papel vacía.
       —Haré lo que tengo que hacer.

       —Entonces te refieres a hacer lo correcto.

       Panék guardó silencio, viendo fijamente a Degauss.
       —¿Vas a hacer lo correcto? —insistió el elfo oscuro.

       —¿Cómo sabes tú qué es lo correcto?

       —Sé  qué  es  lo  correcto  porque  es  lo  mismo  que  Kann  te  hubiese  dicho  que

  hicieras.
       —Esto ya no se trata de Kann —dijo con vehemencia, apoyando las manos sobre

  la mesa—. Ya no sé qué tanto se parezcan tus ideales a los míos, Degauss, por eso te

  pido que me digas, según tu opinión, qué es lo correcto.

       —Lo  que  tú  tanto  temes  por  no  completar  tu  venganza,  Panék:  dejar  libre  a
  Metallus del Titanium. Panék golpeó la mesa con su puño izquierdo. La impresionante

  fuerza del elfo no solo astilló la madera debajo de su puño, sino que además, dejó una

  profunda marca sobre ella.
       Degauss no se inmutó; seguía de pie tras el escritorio, viendo fijamente al Shah.

       —¿Cómo te atreves a pedirme semejante cosa?

       —¿Con  quién  hablo?  —preguntó,  lentamente—.  ¿Con  Panék,  quien  desea

  vengarse,  o  con  el  Shah,  que  escuchó  la  historia  de  la  hija  de  Metallus  y  el  león
  Knaach y que sabe en el fondo que esta fue verdad?

       Panék  guardó  silencio  automáticamente,  conteniendo  esa  ira  que  lo  asemejaba

  cada vez más a un tigre salvaje.

       —Hay  algo  más  importante  que  Metallus  del  Titanium  obrando  en  el  fondo,
  Panék. Lo escuchaste y lo sabes. Trataron de incriminarlo en la corte de la Hermandad
   245   246   247   248   249   250   251   252   253   254   255