Page 252 - Luna de Plutón
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—Saben que están aquí.
Panék frunció el ceño y apoyó la mano en el respaldo de la silla.
—Muéstrame la imagen.
—Esto es lo que las cámaras han captado, Shah…
El elfo apretó una tecla y, en la pantalla gigante, apareció un bulto enorme y de
poca nitidez, de un color tan negro que se separaba a sí mismo de la oscuridad del
universo.
—Es enorme.
—¿Cómo supieron que la Tungstenio está en Hamíl? ¿Acaso no ordené que
sellaran todas las señales de Titán?
—¡Y lo hicimos, Shah! Pero ellos de algún modo lo supieron…
—Y lo extraño, señor —agregó un soldado, vestido de uniforme—, es que no
penetraron en nuestros escudos, no usaron ninguna tecnología para leer señales de la
Tungstenio. Panék cruzó los brazos, viendo a la imagen en la pantalla principal.
—Eso solo quiere decir una cosa, Shah: alguien les dijo que la nave de los ogros
está aquí.
—Esto se pone cada vez peor. Teniente, enliste a los soldados inmediatamente,
toque la alerta roja en Hamíl, abra el refugio, dispensen las provisiones, custodien a
Metallus del Titanium a una celda y ordenen al resto de los ogros que regresen a su
nave. Pongan en marcha La Anubis, despegaremos en diez minutos. ¿A cuánto tiempo
está esta nave de Titán?
—Van a llegar a la órbita en quince minutos, señor.
En menos de cinco minutos Hamíl quedó desierta. Los elfos, colaborando entre sí
y trabajando en equipo, como siempre solían hacerlo, sumaron sus esfuerzos a la
experiencia que ya tenían para los casos de emergencia, por lo que prepararon las
provisiones, tomaron las precauciones necesarias y metieron a toda la población en el
subterráneo en corto tiempo.
Afuera, los viejos y nuevos tripulantes de La Anubis apenas tuvieron tiempo de
despedirse de sus seres queridos, todos corrieron a través del campo para abordar la
nave espacial desde diferentes puntos. Cuando Panék llegó a la cabina, sintió una
sensación de vacío en el estómago. Ya la había sentido minutos antes, cuando se