Page 254 - Luna de Plutón
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operaba sus controles. Lo único que se escuchaba eran dedos y manos operando en
un espeso silencio. Degauss se levantó de su silla, se colocó al lado del Shah y,
cruzando los brazos, se puso a ver la pantalla, serio. Era como una tribu de cazadores,
en silencio. La pantalla, sin embargo, solo reflejaba la misma negrura de siempre, con
el destello de las constelaciones lejanas palpitando. Poco a poco, incluso el sonido del
tecleo fue desapareciendo, y la quietud se hizo absoluta.
—Ahí está.
—¿Dónde?
Degauss hizo una seña con la cara.
—Ahí… Míralo.
Panék giró la cabeza para ver de vuelta a la pantalla y, en efecto, tal como su
estratega se lo había indicado, un punto titilante, aún más negro que la misma negrura
del universo, se movía en la pantalla.
—A esa distancia, ni siquiera La Anubis y la Tungstenio puestas juntas tres veces
serían visibles —comentó en voz baja el Ingeniero, con miedo.
—Shah, ya nos han visto.
—¿Cómo lo sabe, Ingeniero?
—Porque están tratando de comunicarse nuevamente… Y esta vez no por el
Centro de Comunicaciones en Hamíl, sino directamente a nuestra nave, señor.
Panék y Degauss intercambiaron miradas brevemente.
—Comuníqueme.
—Canal de comunicación abierto.
Panék se puso de pie y habló en voz alta.
—Les habla el Shah Panék, de la nave espacial élfica Anubis, de Titán. Hemos
recibido sus mensajes. Por favor, identifíquense.
El espeso, tétrico, silencio que sobrevino hizo, por un momento, pensar a todos
que el mensaje del Shah no había sido siquiera transmitido y que las líneas estaban
muertas.
—Aquí la Flota Federal de la Hermandad de Planetas Unidos. Sabemos que la
nave espacial Tungstenio, comandada por Metallus del Titanium, está en la luna Titán.
Por favor, entréguennosla.
—Entiendo su preocupación pero su identificación no es suficiente. ¿Quién
comanda la nave?
Un breve período de silencio sobrevino, hasta que la voz mecánica emitió
respuesta.
—La información es confidencial.