Page 258 - Luna de Plutón
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—…Básicamente en todo lo que se refiere a combate —repuso el ingeniero—. Sin

  embargo, tenemos la carta de la velocidad, somos mucho más rápidos.
       —Lo que no quiere decir que ella tampoco tenga una maniobrabilidad formidable

  para su tamaño —intervino Degauss, levantando la cabeza hacia la pantalla principal,

  donde el monstruo había cobrado una nueva dimensión.

       —¿Cómo lo sabe, estratega? Ese dato no aparece en mi reporte.
       —Por la forma de la nave. Su diseño es francamente impresionante, quienes la

  construyeron no se basaron en los esquemas establecidos, sino que reinventaron por

  completo la ingeniería, el arte del diseño, todo. Ellos empezaron desde cero.

       El elfo oscuro alargó un brazo hasta el papel que sostenía Panék, señalando en
  círculos el holograma de la Parca Imperial con su larga y afilada uña.

       —La nave parece un búho gigante. Imagínense a un búho volando con las alas

  extendidas  de  lado  y  lado  pero,  en  este  caso,  los  pliegues  de  las  alas  van  desde  la
  cabeza hasta las patas. Toda su circunferencia, desde el morro a la cola, pasando por

  las alas, por todas y cada una de las curvas de la Parca Imperial, son una misma pieza.

  Como  si  hubiesen  moldeado  una  montaña  de  metal  en  la  forma  de  la  nave,  y  no
  ensamblada pedazo a pedazo, como todos los navíos cósmicos.

       —Pero ¿cómo diablos pudieron hacer algo así?

       —Eso no lo sé, pero lo cierto es que ahí está, mírenlo ustedes mismos. Siendo así

  una  nave  de  semejante  tamaño  puede  girar  y  maniobrar  con  gran  velocidad  sin
  partirse.

       Panék se llevó una mano a la boca, cerró los ojos y siseó una maldición.

       —Y  se  pone  peor  —continuó  Degauss—.  Si  lo  que  creo  es  cierto,  Panék,  las

  contusiones que pueda recibir semejante nave son mucho más reducidas que lo que
  cualquier otra. Nuestros misiles la van a afectar un 50% menos que a la Tungstenio; en

  cuanto a nuestros láseres, van a ser básicamente inservibles. Será como dispararle a

  una  olla  gigante,  el  único  daño  considerable  que  podríamos  lograr  con  ellos  es
  recalentar a esa cosa por dentro, pero para semejante cosa vamos a necesitar una flota

  entera.

       —Eso sin contar que tienen un escudo protector, tal como el nuestro…

       —Y la está capitaneando Meinhardt Hallyfax —murmuró Panék en solitario, como
  un agrio sarcasmo hacia su situación.

       —¿Hay  algún  problema  con  eso?  —preguntó  Degauss,  regresando  a  su  silla  y

  operando los equipos.

       —Después  de  la  primera  vez  que  volamos  en  La  Anubis,  cuando  puse  mi  pie
  sobre Titán, pensé que la segunda vez que lo hiciera no podía ser peor que la primera,
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