Page 260 - Luna de Plutón
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apoyando ambas manos en el vidrio oscuro, asomó la cabeza para observar dentro. La

  piscina de energía blanca vibraba y flotaban en complejas formas esféricas, como una
  lámpara de lava. Frunció el ceño, entrecerró los ojos como un gato y, dándose prisa,

  corrió hasta la puerta, oprimiendo el botón rojo del interruptor. En la sala de mando,

  el Jefe de Ingenieros recogió la llamada.

       —Señor, tenemos un problema. Panék levantó la vista y, con un gesto, ordenó al
  jefe que hablara.

       —Estamos detectando energía magnética en la Sala de Láseres, y lo mismo está

  ocurriendo en Ingeniería. Nos están llegando advertencias de toda la nave.

       —¿Energía magnética? ¿Cómo es posible? ¿Hay una fuga?
       —No, señor, estamos limpios. No sabemos de dónde proviene.

       El copiloto abandonó su puesto y, abriendo un bulto metálico adherido a la pared,

  extrajo algo muy parecido a un control remoto.
       —Es un lector de daños físicos de la Sala de Medicina, y es capaz de leer si existe

  radiación en el ambiente.

       El Jefe levantó el auricular de su tablero para atender otra llamada de emergencia,
  pero cuál fue su sorpresa al ver que esta no provenía ni de Ingeniería, ni de la Sala de

  Máquinas, sino del bar.

       —Shah  —llamó,  girando  su  silla,  con  el  auricular  aún  en  la  oreja—,  tiene  que

  escuchar esto: en el bar dicen que todas las copas de cristal están resonando… Como
  si un dedo invisible estuviese acariciando los bordes en todas ellas.

       Panék y Degauss intercambiaron miradas una vez más, a la vez que el jefe levantó

  el auricular para dejar escuchar el desagradable sonido que se colaba a través de las

  rendijas.
       —El  lector  dice  que  no  hay  radiación  en  la  nave  —anunció  el  copiloto—.  Los

  niveles son normales, no detecta anomalías. Por lo menos no en la cabina, Shah.

       Degauss se adelantó unos pasos.
       —Entonces no viene de La Anubis, sino de afuera. Alférez, enfoque una cámara

  hacia la Parca Imperial.

       —Sí, señor.

       La imagen de la pantalla principal, que hasta ahora mostraba todo lo que estaba
  delante de la nave élfica, cambió, y reflejó la parte posterior: se veía una larga pista

  plateada que se alargaba a lo lejos, y que era la cola de la nave; tras ella, apareciendo

  como  un  monstruo  de  detrás  del  hemisferio  de  la  luna,  cundió  la  Parca  Imperial,

  asomándose a su persecución.
       El Jefe de Ingenieros se levantó de su silla, quitándose los anteojos.
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