Page 321 - El cazador de sueños
P. 321
8
La puerta se cerró. Kurtz se quedó sentado, mirándola, fumando y meciéndose con
lentitud. ¿Qué porcentaje del discurso se había tragado Owen? Era listo, un
superviviente a quien no le faltaba cierto idealismo… y Kurtz pensó que se lo había
tragado todo de pe a pa. Por regla general, la gente se creía lo que quería creerse.
John Dillinger también era un superviviente, el más astuto de los forajidos de los años
treinta, pero eso no le había impedido ir al Biograph Theater con Anna Sage. Ponían
Manhattan Melodrama, y al final de la obra los federales le habían cosido a balazos
como al perro que era. Anna Sage también creía lo que quería creer, pero no le había
servido para que no la deportaran a Polonia.
Mañana no saldría nadie de la tienda de Gosselin aparte de su cuadro escogido:
los doce hombres y las dos mujeres que integraban Imperial Valley. Owen Underhill
no estaría entre ellos, aunque pudiera haberlo estado. Antes de la difusión de los
grises por el canal común, Kurtz había estado seguro de incluirle. Pero las cosas
cambiaban. Lo había dicho Buda, y en eso, como mínimo, había acertado el chinarro
infiel.
—Me has fallado, chaval —dijo Kurtz. Con el movimiento de la garganta, de
pelillos grises, se le movía la mascarilla, porque se la había bajado para fumar—. Me
has fallado.
Kurtz había dejado impune el primer fallo de Owen Underhill. ¿Y el segundo?
—Jamás —dijo Kurtz—. Jamás de la vida.
www.lectulandia.com - Página 321