Page 337 - El cazador de sueños
P. 337

—Tú lo has dicho —asintió el señor Gray.
               —Pero ¿verdad que nunca has estado en una situación así? ¿De no poder pillar a
           alguien?

               ¿Era una burla? El señor Gray sintió una punzada de ira. Jonesy, a continuación,
           dijo algo que ya había pensado el señor Gray.
               —Quizá tendrías que haberme matado en el hospital. ¿O sólo era un sueño?

               Como no tenía muy claro qué eran los sueños, el señor Gray no se molestó en
           contestar. Cada vez le incordiaba más hospedar a aquel amotinado en un cerebro que
           a  aquellas  alturas  debería  haber  sido  exclusivamente  suyo,  del  señor  Gray.  Para

           empezar, no le gustaba llamarse a sí mismo «señor Gray»; no era el concepto que
           tenía de sí mismo, ni de la mente genérica de la que formaba parte; ni siquiera le
           gustaba concebirse como «sí mismo», en masculino, puesto que era a la vez de los

           dos  sexos  y  de  ninguno.  Sin  embargo,  ahora  era  prisionero  de  esos  conceptos,  y,
           mientras no absorbiera el núcleo de Jonesy, seguiría siéndolo. Se le ocurrió una idea

           sobrecogedora: ¿y si los que no tenían sentido eran sus propios conceptos?
               Odiaba aquella situación.
               —Jonesy, ¿quién es Duddits?
               Silencio.

               —¿Y Richie? ¿Por qué tiene una caca en la mano? ¿Por qué le mataste?
               —¡No le matamos!

               Cierto temblor en la voz mental. Aja, el tiro había dado en el blanco. Y un dato
           interesante:  el  señor  Gray  había  hecho  la  pregunta  en  singular,  pero  Jonesy  había
           contestado en plural.
               —Sí le matasteis. O creísteis haberle matado.

               —Mentira.
               —¡Qué tontería negarlo! Tengo aquí los recuerdos, en una de tus cajas. Dentro

           hay nieve. Y un mocasín. Un mocasín de ante marrón. Ven a verlo.
               Durante  un  segundo  de  vértigo,  creyó  posible  que  Jonesy  le  hiciera  caso.
           Entonces el señor Gray se lo llevaría directo al hospital, y Jonesy podría verse morir
           por la tele. Final feliz para la película que habían estado viendo. A partir de entonces,

           adiós al señor Gray. Sólo quedaría lo que para Jonesy era «la nube».
               El señor Gray miró ansiosamente el pomo de la puerta, poniendo toda su voluntad

           para que girara, pero no se movió.
               —Sal.
               Silencio.

               —¡Mataste a Richie, cobarde! Tú y tus amigos. Le mataste… soñando.
               El señor Gray no sabía qué eran los sueños, pero sabía que lo dicho era verdad. O
           que Jonesy lo creía. Silencio.

               —¡Sal! Sal y… —Hurgó en los recuerdos de Jonesy. Muchos estaban en cajas




                                        www.lectulandia.com - Página 337
   332   333   334   335   336   337   338   339   340   341   342