Page 333 - El cazador de sueños
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cualquier hijo de vecino enfadado por no conseguir lo que quería. ¿Era porque Jonesy
           interpretaba  el  comportamiento  del  señor  Gray  en  términos  que  le  fueran
           comprensibles? ¿Estaba humanizando al extraterrestre? ¿Le estaba traduciendo?

               —¡DÉJAME ENTRAR!
               Jonesy pensó en el cuento de los tres cerditos: «¡Soplaré… soplaré… y la casa
           derribaré!»

               Sin embargo, lo único que hizo el señor Gray fue sacudir todavía más el pomo.
           No  estaba  acostumbrado  a  aquella  clase  de  obstáculos  (ni  a  ninguna  otra,  supuso
           Jonesy), y se estaba cabreando mucho. La resistencia de Janas le había sorprendido,

           pero la de Jonesy se situaba por completo a otro nivel.
               —¿Dónde  estás?  —bramó  airado  el  señor  Gray—.  ¿Se  puede  saber  qué  haces
           dentro? ¡Sal!

               Jonesy  permaneció  a  la  escucha  entre  las  cajas  desperdigadas,  sin  contestar.
           Estaba  casi  seguro  de  que  el  señor  Gray  no  podía  entrar,  pero  más  valía  no

           provocarle.
               Después de algunas sacudidas al pomo, notó que se marchaba el señor Gray.
               Entonces se acercó a la ventana, pasando por encima de las cajas donde ponía
           DUDDITS y DERRY, y miró la noche y la nieve.






















































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