Page 331 - El cazador de sueños
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           El señor Gray no había conseguido gran cosa de Janas (más que nada el forcejeo final
           inesperado por recuperar el control), pero le había quedado algo muy claro: que no

           iba solo. La columna de transporte de la que había formado parte se había dispersado
           por  culpa  de  la  tormenta,  pero  iban  todos  hacia  el  mismo  lugar,  que  Janas,  en  su
           mente, identificaba por igual como Blue Base y como tienda de Gosselin. En dicho

           lugar había un hombre de quien Janas había tenido miedo, la persona al mando, pero
           al señor Gray le importaba poquísimo Kurtz el Escalofriante. Tampoco tenía por qué

           importarle, puesto que no albergaba la menor intención de pasar, no ya por la tienda
           de Gosselin, sino por sus inmediaciones. Aquel lugar era distinto, y también aquella
           especie, pese a que sólo estuviera dotada de percepción a medias. Resistían. El señor
           Gray ignoraba por qué, pero resistían.

               Mejor  acabar  lo  antes  posible.  A  ese  fin,  el  señor  Gray  había  descubierto  un
           excelente sistema de difusión.

               Usó las manos de Jonesy para sacar a Janas de detrás del volante y llevarle hasta
           la  barrera  de  seguridad,  por  encima  de  la  cual  le  arrojó  sin  molestarse  en  verle
           deslizarse  barranco  abajo  hasta  el  lecho  helado  del  arroyo.  Después  volvió  a  la
           camioneta, miró fijamente los dos envoltorios de plástico de la parte de atrás y asintió

           con la cabeza. Los restos animales no servían de nada, pero el otro… Sí, el otro sí.
           Tenía vida, la que necesitaba.

               De repente alzó la vista, muy abiertos los ojos de Jonesy en la ventisca. El dueño
           de aquel cuerpo había salido de su escondrijo. Era vulnerable. Buena noticia, porque
           empezaba a molestarle aquella conciencia, un murmullo constante (que a veces se
           convertía en chillido de pánico) en el nivel inferior del proceso de su pensamiento.

               El señor Gray aguardó un poco más para poner la mente en blanco, porque no
           quería que Jonesy recibiera ningún aviso. Después atacó.

               En ningún caso esperaba aquello.
               Aquella luz blanca cegadora.


























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