Page 336 - El cazador de sueños
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Se le ocurrió una posibilidad: que su huésped se hubiera vuelto loco. Verse
expulsado de su cuerpo le había hecho perder la cordura. En su desvarío, se había
limitado a llevarse las cajas que estaban más cerca de la puerta de su extraño refugio,
confiriéndoles una importancia de la que carecían.
—Jonesy —dijo el señor Gray, pronunciando el apellido con las cuerdas vocales
de Jonesy. Aquellos seres eran genios de la mecánica (qué remedio, para sobrevivir
en un mundo tan frío), pero sus procesos de pensamiento pecaban de raros y
defectuosos: una actividad mental oxidada en tanques corrosivos de emoción. Sus
facultades telepáticas eran casi nulas. La telepatía transitoria que experimentaban
gracias al byrus y el kim (las luces) les causaba desconcierto y miedo. El señor Gray
no acababa de entender que todavía no se hubieran masacrado entre sí. Unos seres
incapaces de pensar de verdad eran locos. Eso no se podía discutir.
Mientras tanto, el ser atrincherado en su extraña e inexpugnable habitación seguía
sin contestar. —Jonesy.
Nada.
Sin embargo, Jonesy le oía. El señor Gray estaba seguro.
—Jonesy, todo este sufrimiento es innecesario. Tienes que vernos como lo que
somos: salvadores, no invasores. Amigos.
El señor Gray examinó las cajas. Tratándose de un ser sin grandes capacidades de
pensamiento, las de almacenamiento, en Jonesy, eran enormes. Pregunta para otro
día: ¿para qué querían tanta capacidad de recuperación unos seres de pensamiento tan
pobre? ¿Estaba relacionado con el exceso de emociones en su configuración?
Emociones molestas, por otro lado. Al señor Gray las de Jonesy se lo parecían, y
mucho. Siempre presentes. Siempre a mano. Y eran tantas…
—Guerra… hambrunas… limpieza étnica… gente que mata en nombre de la
paz… gente que masacra a los paganos en nombre de Jesús… homosexuales muertos
de una paliza… bichos en frascos, y los frascos en las puntas de misiles apuntando a
todas las ciudades del mundo… Francamente, Jonesy, entre amigos, ¿qué es un poco
de byrus comparado con ántrax del tipo cuatro? ¡Si dentro de cincuenta años os
habréis muerto todos! ¡Hay que joderse! ¡Relájate y disfruta!
—Has hecho que se clavara un boli en el ojo. Mejor una respuesta malhumorada
que ninguna. Soplaba el viento, la camioneta derrapaba, conducida por el señor Gray
usando los conocimientos de Jonesy. La visibilidad casi era nula.
Había bajado a treinta por hora, y, una vez fuera de la red de Kurtz, quizá le
conviniera quedarse parado del todo. Podía entretener la espera charlando con su
huésped. El señor Gray no confiaba en persuadir a Jonesy de que saliera de su
habitación, pero era una manera de pasar el rato.
—No tenía más remedio, tío. Necesitaba la camioneta. Soy el último.
—Y nunca pierdes.
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