Page 388 - El cazador de sueños
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La mirada del perro se había vuelto todavía más nerviosa. No debía de estar
acostumbrado a tener dueños que conversaran solos con tanta animación.
—La torre-depósito se cayó en 1985, hace diecisiete años. ¿Y tú has robado el
recuerdo?
—Sí, más o menos, aunque no creo que sea un buen argumento para los
tribunales, porque los recuerdos siempre han sido míos.
—¿Qué más has robado?
—Eso me lo guardo. Piense, piense.
Se oyó en la puerta un golpe brusco y malhumorado, y Jonesy volvió a acordarse
del cuento de los tres cerditos. Sopla, sopla, señor Gray; disfruta los dudosos placeres
de la rabia.
Sin embargo, parecía que el señor Gray se hubiera marchado.
—Señor Gray —le llamó Jonesy—. ¡Oiga, que tampoco es para irse de esa
manera!
Jonesy supuso que debía de haber emprendido otra búsqueda de información. Ya
no estaba la torre-depósito, pero quedaba el conjunto de Derry, de manera que el agua
de la población debía de proceder de alguna parte. ¿De dónde? ¿Lo sabía Jonesy?
No, no lo sabía. A lo sumo, tenía el vago recuerdo de haber vuelto de la
universidad para las vacaciones de verano y haber bebido mucha agua embotellada.
Con el tiempo habían recuperado la de grifo, pero eso, a un chico de veintiún años
que sólo pensaba en quitarle las bragas a Mary Shratt, le importaba muy poco. Para
beber, se abría el grifo y punto. La única razón para indagar su procedencia habría
sido tener retortijones o diarrea.
¿Percibía frustración en el señor Gray? ¿O se lo imaginaba? Jonesy deseó
fervientemente que no. Había sido un buen golpe.
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