Page 590 - El cazador de sueños
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—Cargado —dijo Freddy tranquilamente, frenando detrás del Humvee que
perseguían desde hacía tantos kilómetros.
—Estupendo —dijo Kurtz—. Reconoce el terreno. Yo te cubro.
—Voy.
Freddy miró a Perlmutter, que volvía a tener hinchada la barriga, y después el
Humvee de Owen. Ahora estaba clara la causa de los disparos que habían oído:
alguien había dejado el Humvee como un colador. La única pregunta pendiente de
respuesta era quién había dado y quién había recibido. Había huellas saliendo del
Humvee; empezaba a borrarlas la nieve, pero aún se reconocían. Sólo una persona.
Botas. Debía de ser Owen.
—¡Venga, Freddy!
Freddy salió a la nieve. Kurtz le siguió con sigilo, y Freddy le oyó preparar el
arma. Era la pistola de nueve milímetros. Quizá fuera buena idea. Era evidente que la
dominaba.
Sintió un escalofrío por toda la columna, como si Kurtz le tuviera encañonado.
Claro que era una idea ridícula. A Owen sí, pero Owen era un caso diferente. Había
cruzado la línea.
Corrió agachado hacia el Humvee, con la carabina a la altura del pecho. No podía
negar que le hacía muy poca gracia tener detrás a Kurtz. Ninguna.
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