Page 593 - El cazador de sueños
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           Las manos de tres dedos de la cosa gris que está tumbada en la cama de hospital se
           levantan, y la verdad es que durante un momento intentan apartar la almohada. Los

           ojos negros y saltones, único rasgo de la cara, están enloquecidos de miedo y rabia.
           Intenta  respirar.  Teniendo  en  cuenta  que  en  realidad  no  existe  (ni  siquiera  en  el
           cerebro de Jonesy, al menos como ente físico), parece mentira que se defienda tanto.

           Sin llegar al extremo de compadecerla, Henry lo entiende. La cosa quiere lo mismo
           que Jonesy, que Duddits… y hasta que el propio Henry; sí, porque, a pesar de sus

           ideas negras, ¿no ha seguido latiéndole el corazón? ¿Y su hígado? ¿No ha seguido
           limpiando  sangre?  ¿No  es  verdad  que  su  cuerpo  ha  seguido  librando  una  guerra
           invisible contra todo, desde un simple catarro al propio byrus, pasando por el cáncer?
           Una de dos, o el cuerpo es idiota, o de una infinita sabiduría; en ambos casos, se

           ahorra  el  embrujo  fatal  del  pensamiento.  Sólo  sabe  defender  su  territorio  y  luchar
           hasta el límite de sus fuerzas. Quizá en algún momento el señor Gray fuera diferente,

           pero ya no lo es. Quiere vivir.
               «Pero no creo que puedas —dice Henry con voz tranquila, casi de consuelo—.
           No, amigo, no lo creo.»
               Y vuelve a apretar la almohada contra la cara del señor Gray.


















































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