Page 92 - Las ciudades de los muertos
P. 92

Maspero se atusó, pensativo, el bigote.
               —¿Tendrás tiempo suficiente para dedicarte a una excavación en serio durante
           vuestro viaje?

               —No lo sé, aunque no creo. Probablemente querrá tomar unas cuantas fotografías
           y marcharse.
               —¿Seguro que no quieres una copa de coñac? —se había acabado la segunda y se

           estaba sirviendo la tercera.
               —Gracias, no.
               —Suponte —dijo bruscamente— que convenzo a Larrimer de lo excitante que

           puede resultar una excavación, la emoción de descubrir lo desconocido…
               Así que eso era. Clavé la vista en le Directeur, que saboreaba su tercera copa de
           Napoleón.

               —El Servicio de Antigüedades quiere que lleve a cabo excavaciones, pero no a
           sus expensas, ¿me equivoco?

               Sonrió. Parecía que, al final, el coñac le estaba haciendo efecto.
               —Exacto. Podría obtener un permiso para ti mañana mismo.
               —Larrimer se cansará en un par de días.
               —Engáñalo, excítalo, cuéntale historias truculentas o dile que podéis encontrar

           oro.
               Todo aquello me divertía.

               —¿Pretendes enseñarme cómo tratar a Henry Larrimer o a lord Cromer?
               Titubeó un instante, pero al final estalló en carcajadas.
               —Howard, eres un cínico. ¿A qué has venido?
               —¿Acaso no puedo detenerme a saludar a un viejo amigo sin que se sospeche de

           mis motivos?
               —No.

               Su  mente  trabajaba  siempre  del  mismo  modo,  pero,  desgraciadamente,  la  mía
           también. Tenía razón, soy demasiado cínico.
               —De acuerdo entonces. Quería saber lo que conocías de Atribis.
               Frunció los labios, fingiendo que estaba pensando.

               —¿Es eso todo?
               Lo observé directamente a los ojos.

               —De acuerdo. ¿Qué sabes de Ahmed Abd-er-Rasul?
               Permaneció impasible.
               —Esto  es  el  Servicio  de  Antigüedades,  no  el  departamento  de  Policía.  ¿Cómo

           querías que lo siguiera? —Maspero sabía fingir admirablemente, pero no hice caso de
           sus quejas.
               —¿Adónde se dirigió?

               —Howard, la policía está muy ocupada. Se ve que se están produciendo muchos




                                         www.lectulandia.com - Página 92
   87   88   89   90   91   92   93   94   95   96   97