Page 61 - Relatos y ocurrencias de un pueblo, ALTAGRACIA.
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Relatos y ocurrencias de un pueblo, ALTAGRACIA. | F. V. R.





                     De cuando Ramón Ordaz fue interpelado en la plaza “Don Miguel
                                  Marín” por sus propios paisanos gracitanos


                  S
                           alía  Ramón  Ordaz  de la  sede  de  “Comercial  Altagracia”  después  de  haber  sido

                           atendido  gentilmente  por  el  propio  Mauricito  Marín,  propietario  de  aquel

                           establecimiento comercial.


                         Cuando  Ramón  se  dirigía  a  su  auto  debidamente  aparcado  en  todo  el  frente  del
                  Centro Comercial antes mencionado, fue avistado por un grupo de alegres gracitanos que

                  entusiasmadamente  departían  en  la  esquina  izquierda  de  la  iglesia  donde  permanece  la
                  sagrada imagen de Nuestra Señora de Altagracia, patrona de ese pintoresco pueblo insular

                  del municipio Francisco Esteban Gómez de nuestra entidad federal.


                         -Aquel  señor  que  salió  de  la  ferretería  de  Mauricito  tiene  que  ser  un  poeta  o  un
                  escritor famoso porque usa la cachucha de los intelectuales, usa la misma gorra que exhibía

                  en sus tiempos el poeta Pablo Neruda, esas gorras la usan los poetas e intelectuales, aclaró

                  Luis Marín (Luis Totumita) al grupo que como arte de magia levantaron todos sus miradas
                  hacia Ramón quien, sin percatarse, caminaba con paso muy lento hacia su auto.


                         -¡Carajo!,  ¿y  por  qué  no  dices  que  esa  cachucha  también  la  usaba  allá  en  sus
                  tiempos Pablo Garuita?, entonces Pablo también fue un poeta o un intelectual, si es por eso,

                  porque  él  bastante  cachuchas  de  ese  tipo  que  usaba,  inquirió  Juancho  el  de  Severa,

                  causando risa entre los presentes.


                         Fue tal la curiosidad del grupo, quizás impulsado por efecto de los palitos de Ron
                  Chelía  que  colectiva  y  solidariamente  consumía  aquel  entusiasmado  grupo,  que  no

                  vacilaron en llamar a Ramón en el preciso momento en que éste se disponía a abordar su
                  auto.


                         -¡Señor!, háganos el favor, acérquese aquí un momentico, por favor, era la voz del

                  profesor  Rafael  Ordaz  (Rafael  el  de  Chucho),  quien  adelantándose  un  poco  al  grupo


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