Page 60 - Relatos y ocurrencias de un pueblo, ALTAGRACIA.
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Relatos y ocurrencias de un pueblo, ALTAGRACIA. | F. V. R.
relato, como argumento para que no permitiera que lo enterraran, al morir, en el cementerio
de su pueblo (Altagracia):
-Mira Fina, cuando yo era un muchacho, me atacaron esas hormigas amarillas, allá
en la huerta de Pichochachacho y me esguazaron todo mi cuerpo, aquellas picaduras me
cubrían todo el cuerpo, fue tanta mi desesperación por aquel inmenso dolor que yo sentía y
un ardor inmenso, que Casta, mi pobre madre, se vio obligada a buscar ayuda con Sósima
para que me aplicara alguna cura, y entonces Sósima me curaba con una vaina que
llamaban Caladril, revuelto con almidón en polvo, pero eso aunque me aliviaba y me
prestaba bastante no fue una cura definitiva, porque yo tenía, además, una llaga infectada
en todo este cuadril derecho y entonces, Barbarita que vivía allá en Punta Brava, vecina de
nosotros, le dijo a Casta que me llevara a casa de un curioso que estaba en Atamo, así que
Casta no lo pensó dos veces y me llevaba todos los sábados a Atamo, donde el señor
Críspulo, que así se llamaba el hombre, para que me aplicara sus curas; ese señor tenía
mucha fama en ese entonces, él le decía a Casta, mi pobre madre, que aunque la llaga era
bastante fea, él le prometía curármela, rezándome tres Padre nuestro y dos Ave María,
además de aplicarme un líquido azul, que según él, se llamaba Lebaycid Tópico, la verdad
que esa vaina me ardía más que el carajo, pero yo tenía mucha fe en ese hombre de Atamo
y, en honor a la verdad, que me prestaba todo cuanto él me hacía, porque era una verdadera
gravedad que yo tuve esa vez, causante de esas hormigas amarillas picadoras, así mija que
yo te exijo eso, ya tu sabes, no permitas que me entierren aquí en Los Hatos porque las
picadas de esas bicharengas son muy desesperantes y hasta mortales, ya tu sabes mija…”.
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