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Relatos y ocurrencias de un pueblo, ALTAGRACIA. | F. V. R.
pausado y muy sereno. -Es más, por si fuera poco, decía aquel joven recién egresado de la
escuela para maestros Miguel Suniaga, la otra obra que ha influido en más de uno de
nosotros es Las fuerzas morales. La discusión seguía con aquel puñado de jóvenes
estudiantes a la expectativa de cada uno de los argumentos esgrimidos, ya que el tema les
resultaba por demás interesante, amén de la pasión que cada uno de los participantes le
imprimía a su intervención.
Ya entradas algunas horas de la noche, serían poco más o menos las 8:30 pm,
cuando pidió la palabra Goyo González (Goyo el de María Jacinta), considerado como el
pico e’ plata del grupo y con su voz de gallego con buena audiencia, se expresó: -
Compañeros, los dos o tres amigos que me antecedieron en el uso de la palabra, tal vez
tengan razón porque sus explicaciones han sido muy bien argumentadas, es decir, tienen
mucho valor, pero estos compañeros, Jesús, Hilario y Héctor, se han olvidado de mencionar
aquí al genio de la literatura universal Don Miguel de Cervantes Saavedra y su
trascendental Don Quijote de la Mancha, obra clásica de la literatura del mundo hispano
hablante.. Hubo aplausos por la brillante exposición de Goyo, tan efusivos fueron los
aplausos que Goyo arrancó de aquel inquieto público que repentinamente se disolvió la tan
pedagógica e interesante discusión que aquella noche del mes de abril se suscitó
informalmente en una de las salas del Centro Social Andrés Eloy Blanco.
Y ahora ¿qué hacer?, había suficiente energía acumulada en cada uno de aquellos
jóvenes estudiantes, por lo que cada uno buscaba qué inventar para distraerse, por ejemplo:
Pastorcito y Pablo Rojas, hermanos, quienes no participaron en tan fructífera discusión
literaria porque el uno, entusiasmadamente se disponía a despedir a la joven Flor Ordaz,
quien, algo desesperada, le argumentaba tener que retirarse ya que eran casi las 9:30 de la
noche y aunque el siguiente día sería sábado, no asistiría a clases, tenía que marcharse
porque además de la hora, andaba sola y era algo lejos, tenía que ir hasta la calle de allá
arriba, donde vivía con su abuela Valentina Ordaz; mientras tanto, su hermano, Pastor,
quien tampoco había participado en aquella peña literaria que se efectuó en el Centro
Social, estuvo muy entretenido en amena conversación con Leonidas Mata, hija de Miguel
Mata y nieta de Cleta Lárez. Por otra parte, Froilán Montaner (Lango el de Lucrecia) vino a
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