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Relatos y ocurrencias de un pueblo, ALTAGRACIA. | F. V. R.





                    De cuando a Pablito el de María Salomé le dieron la voz de arresto

                  C
                            orrían los días de la década de los 60’ y aquella juventud estudiosa e inquieta

                            tenía casi un hábito luego de haber cumplido su faena estudiantil diaria, es decir,
                            después  que  cada  uno  de  ellos  había  recalado  a  sus  respectivos  hogares,

                  habiendo asistido ya a las aulas de los liceos Francisco Antonio Rísquez, en la Asunción, o
                  a  las  del  liceo  Juan  de  Castellanos,  en  Juangriego,  y  algunos  otros  de los  salones  de  la

                  Escuela Normal Miguel Suniaga, también en la capital del estado; era costumbre trasladarse

                  al atardecer, ya casi entrada la noche, a la sede del recién fundado Centro Social Cultural y
                  Deportivo “Dr. Andrés Eloy Blanco”; allí, en la sala principal de dicha casa cultural solían,

                  aunque informalmente, reunirse y entablar serias y controversiales discusiones de algunos

                  tópicos que, sin ellos darse cuenta, los abrumaba. Cierta vez los envolvió un tema literario:
                  discutían acerca de cuál era el país de habla hispana que había producido más y mejores

                  obras literarias para la humanidad.

                         Se recuerda que Jesús Rojas (Jesús el de Cucha), aventajado estudiante de las aulas

                  del  liceo  Rísquez,  sostenía  que  “indudablemente  en  Argentina  habían  proliferado  los

                  mejores  escritores  de  país  latinoamericano  alguno;  fue  allí  donde  hubo  más  producción
                  literaria”,  y  como  ejemplo,  argumentaba  Jesús  con  cierta  contundencia,  mencionaba  los

                  nombres  de  Jorge  Luis  Borges  y  sus  cuentos  fantásticos,  Julio  Cortázar  y  su  novela
                  Rayuela, también citó Jesús al escritor de tema existencialista, Ernesto Sábato, con Sobre

                  héroes y tumbas.


                         Pero  Hilarito  el  de  Carmen  Nona,  apoyado  también  por  Héctor  Real  (el  hijo  de
                  Ramona), le argumentaron a Jesús que “tal vez sí es cierto que esos tres argentinos fueron

                  los más representativos de la literatura argentina”, pero que no se podía dejar de mencionar

                  a un escritor que los antecedió a ellos, se trata, afirmaba Hilarito, de que no se podía dejar
                  de  mencionar  la  personalidad  literaria  de  un  José  Ingeniero,  cuyas  obras  dejaron  alguna

                  huella en los jóvenes que lo leíamos; hay que ver, proseguía Hilarito, la influencia que en
                  nosotros dejó  Ingeniero con  El hombre mediocre, por ejemplo, arguyó Hilarito con tono

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