Page 154 - Deepak Chopra - Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo.
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presentar las declaraciones del impuesto sobre la renta, se ha observado que los contables
especializados sufren pasajeras elevaciones de colesterol y presión sanguínea, que desaparecen una
vez cumplido el plazo. Su sentido subjetivo del tiempo basta para poner en peligro al cuerpo. Esto
señala una lección más profunda. Pidamos a alguien que prepare una tortilla.
Un cocinero experimentado puede hacerlo en dos minutos. Ahora alteremos ligeramente la
situación diciendo: «Prepara una tortilla, pero tienes sólo dos minutos para hacerlo.» Con frecuencia,
esto hace que hasta el cocinero más experto se sienta tenso y acosado. La presión del plazo hace
que el cuerpo reciba hormonas de estrés y, a su vez, eleve el ritmo cardiaco. Si el individuo lucha
contra esta reacción, no logra sino empeorar la situación. Ahora el corazón debe soportar la presión
del tiempo y la de la frustración. Cuando los enfermos cardiacos deben realizar una tarea difícil a
plazo fijo, una significativa proporción de ellos se agita tanto que el músculo cardiaco llega a sufrir un
ataque isquémico o silencioso (en este caso, «silencioso» significa que se están produciendo daños
sin ninguna sensación de dolor).
La presión del tiempo también altera conductas, actitudes y reacciones fisiológicas. Un tiempo tan
subjetivo puede ser una fuerza increíblemente poderosa. No es por casualidad que la expresión
«fecha de vencimiento» incluya la idea de vencer; el vencimiento encierra una amenaza: «si no cum-
ples en el plazo fijado, estás vencido». Esta amenaza puede ser sutil o flagrante, pero casi siempre
está allí. De lo contrario no nos pondríamos nerviosos bajo la presión del tiempo. A veces
expresamos con más claridad la amenaza, con frases tales como: «Le llegó la hora»,que puede
parecer neutral si olvidamos que también se aplica a quienes van a morir.
Algunas personas son mucho más sensibles que otras a la presión del tiempo. Un cocinero
nervioso puede alterarse tanto ante el límite de dos minutos que deja caer los huevos, se quema y no
puede cumplir con una tarea en la que se destaca si no debe pensar en el tiempo. Otro actuará como
nunca ante el desafío y terminará la tortilla aun antes de lo indicado. Uno siente la presión del tiempo
como amenaza; el otro, como desafío. Uno se siente fuera de control; el otro, impelido a probar su
dominio y mejorarlo.
Sin embargo, todos nosotros sentimos la presión de una fecha de vencimiento grave y
amenazadora sobre la que no tenemos control: la muerte misma. Si crees que a tu existencia se le ha
asignado un período fijo, la fecha límite de la muerte te impondrá la misma tensión que sufre el
cocinero nervioso al arruinar la tortilla. ¡Cuánto mejor es no sentir ninguna presión del tiempo,
desarrollarse plenamente pese a que la muerte exista! Se puede lograr la actitud de que la vida no es
una carrera, sino un florecer. Pero no puedes alcanzarla si crees que se te está acabando el tiempo.
En último término, enviar ese mensaje a las células de tu cuerpo equivale a programarlas para
envejecer y morir. No obstante, lo cierto es que el tiempo lineal avanza inexorablemente y, para
superarlo, debemos hallar un sitio donde se pueda experimentar e interiorizar un tiempo diferente o la
ausencia de tiempo.
EL CUERPO MECÁNICO CUÁNTICO
Para un escéptico, esta proposición sonará puramente subjetiva, pero dentro de nuestras células se
producen constantemente acontecimientos cuánticos que desafían al tiempo lineal. La inteligencia del
ADN opera simultáneamente en el pasado, en el presente y en el futuro. Del pasado toma el plano de
la vida, aplicando al presente sólo la más ínfima parte de la información necesaria para el
funcionamiento celular (quizás una milmillonésima parte de su base total de datos) y reserva para el
futuro la información que aplicará dentro de muchos años. La doble hélice es el depósito cuántico de
tu futuro; allí está el tiempo, comprimido y encerrado hasta que haga falta. En el momento en que
fuiste concebido, tus genes obtuvieron el control de toda una vida de acontecimientos que se
desplegarían en secuencia exacta. Por ejemplo: tus manos emergieron en el vientre, como amorfos
grumos de células, al comienzo; después, como bultos nudosos que se convirtieron en aletas
parecidas a las del pez, pies anfibios, zarpas animales y, finalmente, en manos humanas. Esos
grumos, bultos, aletas, pies y zarpas aún están presentes como datos archivados en tus genes, al
igual que las manos de tu infancia, tu niñez, la edad adulta y la ancianidad. En el plano cuántico vives
todas esas edades al mismo tiempo.
Como los seres humanos somos tanto físicos como cuánticos, vivimos existencias
multidimensionales. En este momento estás en dos lugares al mismo tiempo. Uno es el mundo visible