Page 155 - Deepak Chopra - Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo.
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y sensorial, donde tu cuerpo se ve sujeto a todas las fuerzas de la CUERPO FÍSICO:
naturaleza de «allí fuera». El viento te irrita la piel; el sol la quema; en UNA ESCULTURA
invierno morirías congelado si no tuvieras techo; el ataque de gérmenes y ANATÓMICA FIJA
virus hace que tus células enfermen. Pero también ocupas el mundo
cuántico, donde todo eso cambia. Si te sumerges en la bañera, tu
conciencia no se moja. Las limitaciones de la vida física tienen mucha
menos importancia en el inundo cuántico; con frecuencia, ninguna. El frío
del invierno no te entumece los recuerdos; el calor de una noche de ca-
nícula no hace que sudes en tus sueños.
Reúne todos los acontecimientos cuánticos que hay en tus células; la
suma total es tu cuerpo mecánico cuántico, que opera según su propia
fisiología invisible. Tu cuerpo mecánico cuántico es conciencia en
movimiento y parte del eterno campo de conciencia que existe en la fuente
de la creación. La inteligencia que hay dentro de nosotros irradia como luz, «Yo» se ve a sí
cruzando la frontera entre el mundo cuántico y el mundo físico, unificando mismo:
a ambos en un constante diálogo subatómico. Tu cuerpo físico y tu cuerpo — hecho de células,
mecánico cuántico merecen por igual el nombre de hogar: son como tejidos y órganos
universos paralelos entre los cuales viajas sin siquiera pensarlo. — limitado en el
Según todas las apariencias, el cuerpo físico ocupa unos cuantos tiempo y el espacio
decímetros cúbicos de espacio; sirve de frágil sistema de mantenimiento — impulsado por
vital durante siete u ocho décadas, después de las cuales debe ser procesos bioquímicos
descartado. El cuerpo mecánico cuántico, por el (ingestión, respiración,
CUERPO CUÁNTICO: contrario, no ocupa ningún espacio bien definido digestión, etcétera)
UN RÍO DE y jamás se desgasta. ¿Qué tamaño de envase necesitarías para el sueño
INTELIGENCIA SE que tuviste anoche o para tu deseo de ser amado? Aunque todo el mate-
RENUEVA rial genético de una persona cabría fácilmente en una cuchara de té, lo
CONSTANTEMENTE más importante de los genes, su inteligencia, no ocupa espacio físico.
En el plano del cuerpo mecánico cuántico, todo aspecto de una
experiencia se reduce a un punto que está más allá del mundo
tridimensional. La fotografía de una novia nos brinda un registro literal de
su aspecto; una cinta grabada puede captar su voz; pero éstos son muy
toscos fragmentos de la experiencia; a menos que la novia conserve
algunos recuerdos, la textura de su traje y el sabor del pastel parecen
perdidos para siempre.
Pero en el espacio cuántico todo está allí al mismo tiempo; mediante el
simple acto de recordarla recién casada puede recobrar un mundo
«Yo» se ve a sí completo. Por algún milagro, cualquier otra experiencia que haya tenido se
mismo: teñirá con ese nuevo agregado a su memoria. El hecho de estar casada se
— hecho de invisibles convierte en parte de la visión que su cerebro tiene de toda su vida desde
impulsos de ese momento en adelante.
inteligencia Las imágenes grabadas en tu cuerpo mecánico cuántico son tan
— ilimitado en el complejas como lo eres tú. En pocas palabras, esas imágenes son tú.
tiempo y el espacio Llevas a la vida las imágenes que tienes acumuladas, fabricando tu propia
— impulsado por versión del tiempo, y en el proceso programas el tipo de cuerpo requerido
pensamientos, por tu versión del tiempo. Permíteme dar un ejemplo concreto del modo en
deseos, recuerdos, que esto funciona.
etcétera En su fascinante libro de casos psiquiátricos, Love's Executioner («El
verdugo del amor»), Irvin Yalom relata la historia de Betty, una soltera de
27 años que recurrió a él en busca de terapia. Betty fue, desde el comienzo, un caso muy difícil. De
modales ásperos, altanera y quejosa, recitaba una constante letanía de quejas, asegurando que
nadie la quería ni la aceptaba. Trabajaba en relaciones públicas para una gran tienda, e incluía en su
diatriba cada desdén que recibía de los clientes jefes y compañeros de trabajo.
Al escucharla, a Yalom le llamó la atención un hecho extraño: en su incansable descripción de
angustias, Betty nunca mencionaba algo tan obvio como su peso. Aunque apenas media un metro
cincuenta y cinco de estatura, Betty pesaba 113 kilos. Sabía, como todo el mundo, que su aspecto