Page 160 - Deepak Chopra - Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo.
P. 160
160
más natural y fácil que se pueda tener es la de la mente sin tiempo y el cuerpo sin edad. Por
desgraciaba vida normal está lejos de ese estado. Todos nos encontramos ligados con el tiempo; sólo
en rarísimas ocasiones, generalmente cuando menos lo esperamos, conseguimos irrumpir en una
experiencia consciente de nuestra verdadera naturaleza. Y, en un mundo hambriento de contacto
espiritual que escasea tan desesperadamente, basta un regusto de lo atemporal para provocar un
terremoto en la conciencia de una persona.
Me gustaría ofrecer un ejemplo de alguien cuya vida cambió por completo gracias a una de esas
experiencias: el maestro y escritor espiritual Alan Watts. De joven, Watts deseaba hallar la actitud
debida hacia la meditación. Sabía que se practicaba en las grandes tradiciones espirituales para que
el individuo pudiera escapar a los límites de la existencia cotidiana, pero sus meditaciones eran
incómodas y aburridas; de poco servían, salvo para recordarle sus propias limitaciones.
Watts había notado que muchos métodos de Oriente son contradictorios y se excluyen
mutuamente. Algunos maestros dicen que la mente debe vigilarse; otros, que la mente tiene
absolutamente prohibido el vigilarse. Algunos dicen que la mente debe ser dominada como un
elefante salvaje atado a una estaca; otros, que se le debe permitir el vagar libremente. Totalmente
disgustado, Watts decidió rechazar a todos. Un día no adoptó ninguna actitud en especial y
descubrió, asombrado, que esa renuncia a toda expectativa había bastado para liberarlo.
«En la fuerza provocada por descartarlos —escribía Watts—, parecía haberme descartado yo
mismo. Pues súbitamente desapareció el peso de mi propio cuerpo. Sentí que no poseía nada, ni
siquiera un yo, y que nada me poseía. El mundo entero se tornó tan transparente y sin obstrucciones
como mi propia mente. El "problema de la vida" dejó de existir, simplemente; durante dieciocho horas,
yo y todo cuanto me rodeaba fuimos como el viento que arrastra las hojas por una pradera en un día
otoñal.»
He aquí una pintura maravillosamente evocadora de lo que se siente al llegar más allá del tiempo y
el espacio. La sensación de libertad, de desprenderse del viejo equipaje, surge automáticamente
cuando el individuo deja de referirse sólo a su limitado yo. ¿Qué es esta cosa que llamas «yo»? Un
punto de referencia construido con recuerdos. Así como la recién casada tiene un punto de referencia
específico al que puede recurrir para revivir el día de su boda, el contenido de tu mente se compone
de puntos de referencia similares (paquetes ológrafos de viejas experiencias) que tú utilizas para
definir quién eres. Yo soy el que nació en 1946, estudió en una escuela católica, temía decir a mi
madre que había mojado la cama, a los 8 años recibió un elefante de paño para Navidad, se casó
demasiado joven, abandonó la universidad, y así sucesivamente. sin fin. El edificio de la memoria se
acumula hasta que se ha amasado una estructura rígida. Ésa es la imagen que tienes de ti mismo.
En momentos de profunda conciencia trascendemos por completo esa autoimagen.
Paradójicamente, los maestros espirituales dicen que es entonces cuando se experimenta de verdad
el Yo, pues la ausencia total de autoimagen deja expuesta la «yoidad» pura. Comparado con la
rigidez de nuestro sentido habitual de «yo», el Yo es una entidad viviente y fluida, que jamás se
agota. Es un estado más allá del cambio, ya lo experimentes como bebé, niño, adulto joven o
anciano.
Alan Watts tuvo una experiencia impoluta del Yo, que es disponible para todos. No hace falta
hacer nada para hallar al Yo; es preciso dejar de hacer cualquier cosa. Debes dejar de identificarte
con tu autoimagen y su contexto de recuerdos y tiempo lineal. «Yo uso la memoria —comentó cierta
vez un maestro indio—,no dejo que la memoria me use a mí.» Es un punto crucial. La memoria es
sólo tiempo petrificado. A la mente basada en el tiempo le es imposible ver lo atemporal, pues lo que
llamamos tiempo es sólo trocitos cuantificados de inmortalidad. La realidad es un océano, pero la
tomamos en tazas de té.
Cuando Watts cayó en la Realidad, el océano de atemporalidad, su percepción cambió. En vez de
sentirse atado y sofocado (como nos sentimos todos, aunque no sepamos expresarlo), tuvo una
«sensación oceánica», frase acuñada por Freud para indicar la sensación de fundirse con el todo. La
existencia basada en el tiempo no es completa ni podrá serlo jamás, pues por definición está hecha
de fragmentos.
Derribando el tiempo lineal
Cuando Einstein hizo estallar la burbuja de la ilusión del espacio-tiempo, no lo hizo sólo en su mente;