Page 162 - Deepak Chopra - Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo.
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         cuadro mayor y comprender que el tiempo, en sí, no se mueve.
            La imagen habitual de la Naturaleza, respaldada por la mayoría de los físicos, tiene dos capas que
         podemos captar por los sentidos o mediante la teoría científica:

                                                  CREACIÓN FÍSICA
                                                 CAMPO CUÁNTICO

           El  mundo  físico  surgió  del  campo  cuántico,  que  es la fuente de toda la materia y toda la energía.
         Pero eso lleva a la pregunta obvia: ¿de dónde surgió el campo cuántico? La realidad cuántica está ya
         en el límite mismo del tiempo y el espacio; más allá no hay dónde ni cuándo. Por lo tanto, la fuente
         del  campo  cuántico  debe  estar  en  ningún  lugar  y  en  todas  partes,  y  su  fecha  de  nacimiento  fue
         ninguna y cualquiera. En otras palabras, la pregunta no tiene respuesta que tenga sentido dentro de
         nuestro habitual marco del espacio-tiempo.
            Una vez más fue Einstein quien ofreció la solución. Tras haber completado su obra sobre la Teoría
         General  de  la  Relatividad,  que  algunos  físicos  consideran  el  acto  de  pensamiento  más  profundo
         alcanzado por ningún ser humano por sí solo, Einstein pasó a postular una teoría del campo unificado
         que  uniría  todas  las  leyes  de  la  naturaleza,  otorgándoles  una  base  común.  Su  famoso  teorema
         E = mc 2  había  demostrado  que  la  materia  se  puede  convertir  en  energía  (en  la  terminología  de  la
         física, Einstein había unificado a las dos); ahora se proponía unificar también el espacio y el tiempo.
         En esencia, reemplazaría el modelo de dos capas del cosmos por otro de tres capas.

                                                  CREACIÓN FÍSICA
                                                 CAMPO CUÁNTICO

                                                 CAMPO UNIFICADO

            Como   ya  había  demostrado  que  el  espacio-tiempo  es  una  ilusión,  esta  nueva  capa  del  campo
         unificado  debía  ser  la realidad oculta tras la ilusión, la totalidad más allá de todas las dimensiones.
         Por  desgracia,  Einstein  murió  antes  de  poder  hallar  una  expresión  matemática  para  su  teoría  del
         campo   unificado.  Treinta  años después de su muerte, colegas más jóvenes, como John Wheeler y
         David Bohm, asumieron la tarea, pese al extremado escepticismo de casi todos los físicos. Parecía
         imposible  ofrecer  una  verdadera  teoría  del  campo  unificado,  pues  debería  ser  nada  menos  que  la
         «teoría del todo». En la actualidad el escepticismo se ha convertido en esperanza; hay pensadores
         notables, como Stephen Hawking y Roger Penrose, que consideran la teoría del todo como objetivo
         viable.
            Sin embargo, no hace falta esperar a que se demuestre la teoría del todo para comprender que el
         campo    unificado  es  idéntico  al  Ello  de  la  experiencia  atemporal  de  Alan  Watts,  la  totalidad
         perfectamente ordenada, que incluye a todos los acontecimientos del espacio-tiempo en una trama
         sin  costuras.  Cuando  los  maestros  espirituales  declaran:  «Yo  soy  Eso»,  están  afirmando  la  más
         completa   sensación  de  correspondencia.  Comprenden    que  el  campo  unificado  existe  en  ellos,
         alrededor  y  a  través  de  ellos.  Sin  embargo,  para  compartir  esta  experiencia  debemos  superar  un
         obstáculo imponente: el miedo a la muerte. Para la vasta mayoría, la muerte representa el punto de
         separación donde termina la vida y comienza lo desconocido. Pero el universo después de Einstein
         no  tiene  principio  ni  final,  ni  límites  en  el  tiempo  y  el  espacio.  Para  incorporarnos  a  esta  realidad
         mayor,  cada  uno  de  nosotros  debe  redefinir  dónde  empieza  y  dónde  termina  su  propia  vida...  o  si
         tiene, después de todo, un principio y un final.
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