Page 257 - La introduccion de la Segunda Venida de Cristo a Su Iglesia.indb
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La Tercera eTapa 251
el edificio. ¿Ven? Muy bien, ellos estaban allí. Y dije: “Algún día…”. Su pequeña hermana
lisiada sentada allí.
172 Dije: “Tiene que venir por visión (y así sucesivamente), pero algún día vendrá diferente”.
Estaba hablando así. De repente, algo ungió eso (déjenlo a esta gente), nunca sentí tal unción.
¿Por qué? Porque Hattie dijo lo correcto.
173 Dije: “¿De dónde salieron esas ardillas? No había ninguna allí, ni siquiera un lugar para
ellas, como en un poste de teléfono allí mismo. Y lo he visto suceder ocho veces seguidas”.
Y yo dije: “No sé de dónde vienen”. Dije: “Lo único que sé es que Dios trató de confirmar un
mensaje a Abraham una vez, y habló un carnero a la existencia, porque necesitaba un carnero
para confirmarlo. Debe haber sido que necesitaba una ardilla, para hablar la mía. Y lo hizo
ocho veces seguidas, o siete veces seguidas, mejor dicho, siete veces seguidas”. Y yo dije…
174 Y Hattie, tal vez sin saber lo que la mujer estaba diciendo. Miren cómo pasó por alto
a los ricos y a los soberbios. Miren cómo pasó por alto todo, y llegó a una pobre anciana del
campo allí.
175 Y yo tenía veinte dólares en mi bolsillo, para devolver a la mujer, que había ofrecido
cincuenta dólares para esta nueva iglesia que está por construirse. Y no digo esto para
avergonzarla; ella no podía pagar cincuenta centavos, realmente, para darlo. Pero con su
corazón en el Mensaje, ella quería hacerlo. El hermano Neville, creo, lo había aceptado, no
tomaría el restante, solamente la dejó dar veinte dólares de ello. Y yo tenía dos billetes de diez
dólares en mi bolsillo, que Meda me había dado para la compra, y dije: “Se lo voy a devolver
hoy”.
176 Entonces pensé, algo me habló, y dijo: “Jesús vio a esa viuda poniendo sus tres centavos,
y nunca los tomó de vuelta”. Él la dejó seguir porque tenía algo más grande en camino.
177 Apenas sabía que Él me estaba hablando de la misma manera de una mujer viuda, sin
marido. Su marido fue asesinado. Tampoco sabía que eso era Él mismo, cuando dije: “Entonces
me quedaré con los veinte dólares, Tú tienes algo más para ella”.
178 Dije: “Lo único que sé es que Jehová sigue siendo Jehová-Jireh. Él es capaz de proveer
un sacrificio”.
179 Y Hattie, sin saber lo que estaba diciendo, se levantó y dijo: “Eso no es nada más que la
verdad, hermano Branham”. ¡Oh, Dios! Eso fue la cosa correcta para decir. Eso era lo correcto,
lo que había que decir.
180 En ese momento el poder de Dios sacudió ese lugar; nunca sentí tal unción. Cuando lo
hizo, dije: “Hattie, ASÍ DICE EL SEÑOR, ¡pide lo que quieras! No me importa lo que sea.
Dios me ha dado la autoridad para darte el deseo de tu corazón ahora mismo. Si pides un
millón de dólares, puedes tenerlo. Pide que esa niña lisiada se levante y camine, y lo tendrá.
Pide cualquier otra cosa”. Ella dijo: “¿Qué debo pedir, hermano Branham?”.
181 Yo dije: “Cualquier cosa que desees. ASÍ DICE EL SEÑOR”. ¡Oh, qué sensación!
182 Ella miró a su alrededor. Allí estaba sentado su anciano padre canoso, que había sido
traído de entre los muertos, casi. Allí estaba su anciana madre, enferma. Allí estaba su hermana
pequeña y lisiada.
183 Pero ella eligió lo que era correcto. Ella tenía dos hijos adolescentes justo en esa edad
de desenfreno. Su precioso marido se fue a la gloria; ella era una cristiana, esperando. Pero los
muchachos no eran cristianos. Ella dijo: “Las almas de mis dos muchachos”. Dios bendiga su
corazón.