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286 La introducción de La Segunda Venida de criSto a Su igLeSia

               hacerlo, porque le prometí a Dios que no lo haría. Sin embargo, esos hermanos, ellos–ellos no
               necesitan esos ciervos. ¿Ven? Yo–yo no puedo hacer esto. Simplemente no puedo hacerlo”.
                   146  Y esa cierva vino, caminó. Ahora escuchen, había un centenar de hombres disparándoles
               allí arriba, durante cuatro o cinco días. ¿Asustada? A la primera señal de rojo… Y tenía una
               camisa roja, una gorra roja. A la primera señal, se irían; pero estaban allí, los tres, mirándome.
                   147  Dije: “Madre, toma a tus bebés y vete al bosque. Estás en mis manos. Yo… Tu vida está
               en mis manos, pero no te voy a hacer daño. Le prometí a Dios que no lo haría”. ¿Ven? Y ella se
               acercaba. Ella me miraba. Todos ellos caminaron más cerca, hasta que se acercaron tanto que
               podían comer de mis manos, casi. Ellos, y el viento soplando justo sobre ellos. Así que se dio la
               vuelta, caminando un poco hacia atrás, los tres.
                   148  Y aquí ella volvió de nuevo, caminó hasta mí. No me moví; sólo me quedé allí. Le dije:
               “Vete al bosque; a mí también me encanta. Vive. Mira, tu vida está en mis manos, pero te
               perdonaré. No podrías escapar. Sabes que no podrías”. Puedo matar a los tres en sólo un segundo
               (tres segundos, de todos modos, tan rápido como podría disparar); y no podrían escapar, estando
               a mi lado. ¿Ven? Y dije: “Te perdono. Ve, vive”. Y me quedé allí. Ellos siguieron caminando, se
               adentraron en el bosque.
                   149  Me limpié la cara así, y justo entonces sucedió algo. Una Voz habló, así de claro, justo
               desde los cielos azules, ni una nube. Todo fue dentro de un poco de tiempo. Y una Voz habló, y
               dijo: “Tú recordaste tu promesa, ¿no es así?”.
                   150  Dije: “Sí, Señor”.
                   151  Él dijo: “Yo también recordaré la mía. ‘Nunca te dejaré ni te abandonaré’”. La carga
               abandonó mi corazón. No ha estado allí desde entonces; ojalá que nunca más.


               APARTANDO LA MIRADA HACIA JESÚS (MIRE HACIA JESÚS)
               29 de diciembre de 1963 [63-1229E]
               Jeffersonville, Indiana, Estados Unidos
               Rev. William Marrion Branham
                   [Párrs. 38-49 incluidos en Citas, pág. 119, párr. 1057]
                   38  Así que ahora voy a decirles algo que no he dicho en todo este tiempo. Y es que la cosa
               que hemos estado esperando por tanto tiempo (por muchos años, 4 o 5 años, puede ser más), la
               Tercera Etapa, ahora ha sido vindicada y yo estoy seguro que ustedes saben lo que es.
                   39  Ahora recuerden, nunca habrá una imitación de eso, porque no puede haberla. Ahora está
               en existencia. Y yo he sido amonestado de esto, que pronto… Ahora en este mismo tiempo
               acaba de suceder para poder identificar su presencia entre ustedes, ¿ven? Pero no será usado en
               gran manera hasta que este Concilio comience con su apretura. Y cuando lo haga, cuando eso
               suceda… Los pentecostales y demás, casi pueden imitar cualquier cosa que se pudiera hacer.
               Pero cuando llegue ese tiempo, cuando venga la apretura, entonces ustedes verán lo que han
               visto temporalmente, ser manifestado en la plenitud de su poder. ¿Ven? ¿Ven? ¿Ven? ¿Ven?
                   40  Ahora, yo tengo que continuar en el evangelismo. Así como fui comisionado al principio,
               así tengo que continuar. Por lo tanto, ustedes han tenido la Palabra y ustedes saben qué deben
               esperar y cómo mantenerse firmes. Yo tengo que continuar en el evangelismo. Y amigos míos,
               quédense quietos y simplemente sigan adelante, pues la hora se aproxima rápidamente, ¿ven?,
               cuando algo va a ser hecho.
                   41  Ahora ustedes podrán ver algunas cositas raras aconteciéndome. Nada pecaminoso; no me
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