Page 297 - La introduccion de la Segunda Venida de Cristo a Su Iglesia.indb
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La Tercera eTapa   291

                   78  Y él dijo: “Sí, hermano Branham”. Lo miró, y… “No, nada allí”, dijo.
                   79  La tomé de la mano. Dije: “Pero está ahí. Está ahí. Aquí, esto lo prueba aquí”. No pudo
               encontrarlo. Bueno, continuó, y pasaron los años.
                   80  El año pasado, nosotros, era nuestro vigésimo segundo año de casados. Y yo había estado
               en un viaje de caza, en cada luna de miel. Y siempre voy a un pequeño lugar en la cima de la
               montaña, y tengo una pequeña oración allí, y ofrezco a Dios mi agradecimiento por una buena
               esposa. Mi esposa ha sido un amor para mí, y así lo hago cada año.
                   81  Por el mandamiento del Señor, vinimos aquí a Arizona. Y ustedes han visto en el periódico,
               y yo tenía la pequeña foto aquí, se la estaba mostrando a alguien esta tarde, cómo la revista lo
               publicó. Y me paré aquí en esta plataforma, y le dije a cada persona aquí: “Así dice el Señor:
               ‘Algo está por suceder. He visto una constelación de siete ángeles reunirse conmigo, al norte
               de Tucson’”. ¿Recuerdan eso? ¿Cuántos había aquí cuando dije eso hace años? Sí. Y saben
               exactamente cómo sucedió, de la misma manera.
                   82  La revista incluso publicó la imagen: “Se ha visto una Luz misteriosa, de veintisiete
               millas de altura; treinta millas de altura, y veintisiete millas de ancho”. La humedad sólo llega
               a ocho o nueve millas de altura, ya saben, y no pudieron averiguar qué era. Nunca dije una
               palabra al respecto, sólo lo dejé pasar; porque no hace nada bueno, nada.
                   83  Justo lo mismo que hicieron acerca de la Luz que ellos tomaron, el Ángel del Señor, ellos
               todavía no lo creen.
                   84  Y entonces cuando vinimos aquí, yo estoy constantemente en las reuniones, haciendo
               todo lo que puedo para el Señor. Pero no hago todo lo que debería, sé que cometo muchos
               errores.
                   85  Y mi esposa ha tenido que ser tanto madre como padre, para esos niños, porque yo estoy
               lejos. Y su decisión… Un padre y una madre deberían estar de acuerdo en sus decisiones para
               sus hijos. Pero yo no estoy allí, estoy al servicio del Señor. Y mi esposa ahora tiene 44 años,
               sólo diez años más joven que yo. Y llegué de una de las reuniones, y estaba cansado. Había
               sido un poco más de (alrededor de) dos años, supongo, cuando salimos aquí. Y había estado
               fuera, y estaba realmente cansado.
                   86  Y mi hijo pequeño, Joseph, es precisamente un niño, y estaba correteando en la escuela,
               donde escucha todo. Y un día, cuando entré, dijo algo extraño, y se burló de su madre. Y–y
               entonces corrió hacia mí. Ahora, él sabía que recibiría una paliza de ella. Así que ella me dijo:
               “Billy, dale una paliza”.
                   87  Y me abrazó y me dijo: “Papá, lo siento mucho”. Él conocía mi punto débil. Y entonces:
               “Oh (le dije), cariño, vamos a olvidarlo. No puedo”.
                   88  Y para mi esposa y para mí (con esta Biblia delante): nunca ha habido una palabra en
               nuestra vida. Pero de repente, estando en ese momento nervioso de la vida, ella me dio un
               portazo en la cara. Y me dijo: “Entonces deberías cuidarlo un rato”, y cerró la puerta de golpe,
               y entró.
                   89  Yo pensé: “¡Pobrecita! Vaya, ella tiene que pasar por todo eso, por sí misma”.
                   90  Salí y le dije: “José, ven”. Lo tomé. Le dije: “Papá debería darte una paliza. Ya lo sabes.
               Pero (dije) siendo que te arrepentiste… ¿Ves? Pero, recuerda, mi–mi paciencia se va a acabar
               uno de estos días. Y eso, ese arrepentimiento, tú tienes que traer fruto para el arrepentimiento,
               y probarme que tú realmente quieres. ¿Ves? Si me amas, entonces me harás caso”.
                   91  Y así salí, y dije: “Voy a lavar el polvo de mi parabrisas de mi carro”. Y empecé a lavar
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