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George Orwell 1 9 8 4 10
3.3 Control social, dictadura, realidad y violencia
Tras este resumen de la novela, podemos detenernos en los cuatro aspectos fundamentales de la
exposición de Orwell.
3.3.1 Control social
El sistema político presentado por Orwell está encaminado a alienar al individuo, a hacerlo
virtualmente incapaz de pensar por sí mismo. Siguiendo la definición anteriormente expuesta de
distopía, es una sociedad cerrada sobre sí misma, que se presenta como la sociedad perfecta. Sólo
aislando las influencias externas se podrá realizar el ideal del Ingsoc. El exterior sólo puede ser
malo. Sólo el Gran Hermano y el Partido son capaces de ofrecer algo bueno al ciudadano de
Oceanía. A tenor de lo que hemos leído en la obra de Goldstein, todo nos hace suponer que este
esquema de sociedad es idéntico en Eurasia y en Asia Oriental. La guerra exterior frente a dos
enemigos identificables (un enemigo físico: las potencias enfrentadas a Oceanía; un enemigo
ideológico: Goldstein) es el factor de cohesión, que llega adonde el Gran Hermano no alcanza con
sus eslóganes.
Existen medios coercitivos para asegurarse este control. El Ministerio del Amor dispone un
aparato represor sin fisuras. No es infrecuente que tu propio hijo te delate, a semejanza de los
jóvenes camisas pardas nazis. Así pues, vemos que existen diversos niveles de control social:
1. La guerra exterior contra el enemigo físico e ideológico. Es la razón de ser última del Estado.
Hay que odiar a Goldstein y a la potencia enemiga de turno; sólo así, por contraposición, se podrá
amar al Gran Hermano.
2. La guerra interior contra el crimental. Fomenta la participación de los propios ciudadanos en
su sistema represor. Pasa ineludiblemente por el aprendizaje y repetición de las consignas
fundamentales del Partido. Es el segundo nivel de cohesión: el amor al Gran Hermano.
3. La guerra contra la verdad. Orquestada por los medios de comunicación, consiste en un lavado
de cerebro permanente de las masas. Configura la realidad que el Partido quiere imponer. A falta de
pruebas en contrario, termina por ser La Verdad. Es un nivel más profundo de cohesión del sistema:
si el recurso al enemigo externo y a la desviación ideológica no son suficientes, se encarga de anular
las últimas manifestaciones espontáneas de contestación. No sólo hay que amar al Gran Hermano:
además hay que agradecerle el bienestar actual. Todos los adelantos, sean de la índole que sean, son
obra exclusiva del Gran Hermano.
4. La guerra contra las costumbres. Consiste en dar apariencia de virtuosismo a todos los actos
cotidianos. Ninguna conducta puede ser considerada errónea, so pena de incurrir en el crimental.
Hay que practicar la abstinencia sexual. Hay que acudir a los autos de fe contra los enemigos del
Partido y del Estado. Hay que gritar en los Dos Minutos de Odio. No hay que dar pie a conductas
ambiguas en la calle. Hay que estar siempre visible para la telepantalla. El Gran Hermano te vigila
y, como corresponde a una figura fuertemente paternalista, está dispuesto a castigar al hijo
descarriado que traiciona su confianza y desprecia su amor.
3.3.2 Dictadura
El régimen así caracterizado es, evidentemente, una dictadura. Se ejerce un autoritarismo sin
límites. No se contempla ninguna institución de participación ciudadana, ni siquiera un parlamento
ficticio en el que exista una democracia fingida. No hay que convencer a nadie de las bondades del
régimen. Al estar cerrado al exterior, el Estado no tiene que rendir cuentas a institución o potencia
extranjera alguna. Al ser la dictadura perfecta, la opinión pública es irrelevante. Es más: la opinión
pública no existe.