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George Orwell                                    1 9 8 4                                    15

            narración de su reinserción. Pero no se trata de una reinserción destinada a erradicar la violencia de
            su  ser  (se  intenta  en  un  primer  momento,  dejándolo  indefenso  ante  el  mundo  exterior),  sino
            encaminada a hacerle recuperar el instinto agresivo y violento. Es tal vez la única concomitancia
            entre ambas obras: un largo proceso, mezcla de rehabilitación y tortura, que da como resultado una
            persona del agrado del poder, hecha a imagen y semejanza de las directrices gubernamentales.


               5.2 Influencias cinematográficas

                Podemos  hablar  de  dos  adaptaciones  cinematográficas  de  1984.  o
            mejor dicho, de dos y media.
               La primera data de 1956. Fue dirigida por Michael Anderson y estuvo
            protagonizada por Edmond O'Brien (como Winston), Jan Sterling (como
            Julia),  Michael  Redgrave  y  Donald  Pleasence.  La  segunda,  fechada
            precisamente en 1984, fue dirigida por Michael Radford y protagonizada
            por  John  Hurt  (Winston),  Suzanna  Hamilton  (Julia)  y  Richard  Burton
            (O'Brien).  Ambas  son  correctas,  pero  demasiado  literales,  fallan
            precisamente por su intento de ser fieles a la novela de Orwell. Puestos a
            destacar, destaquemos un elemento heterodoxo en la segunda: la música,
            a  cargo  del  grupo  Eurythmics.  Además  de  estas  dos  películas,  cabe
            consignar al menos dos  adaptaciones televisivas, una fechada  en 1954
            (dirigida por Rudolph Cartier y protagonizada por Peter Cushing) y la otra en 1965 (dirigida por
                                                     Christopher Morahan y protagonizada por David Buck).
                                                         De este modo, nos vemos en la obligación de hablar
                                                     de la adaptación cinematográfica que haría el lugar "dos
                                                     y  medio":  Brazil,  de  Terry  Gilliam  (1985).  El  director
                                                     nunca se cansa de repetir que no había leído el libro, si
                                                     bien el título provisional de la película era 1984 y medio,
                                                     un claro homenaje a la novela de Orwell y a la película
                                                     de Federico Fellini 8 y medio. La odisea burocrática de
                                                     Sam Lowry (Jonathan Pryce) se da un aire al ambiente
                                                     en  que  trabaja  Winston;  muy  bien  podría  ser  el
                                                     Ministerio de la Verdad, del mismo modo que Ian Holm
                                                     en  el  papel  de  Kurtzmann  parece  un  doble  de  George
                                                     Orwell.  Las  ensoñaciones  de  Sam  con  Jill  Layton
                                                     parecen los momentos más arrebatados de la historia de
                                                     amor entre Winston y Julia. El mundo opulento en que
                                                     vive la madre de Winston podría ser el ambiente de las
                                                     élites del Partido Interior. La caída en desgracia de Sam
                                                     y su posterior tortura parecen la plasmación en imágenes
                                                     más perfecta y estremecedora de la tercera parte de 1984
                                                     novela.  Por  supuesto,  Gilliam  confiere  al  conjunto  un
                                                     tono satírico (esas bromas acerca de la inoperancia de la
                                                     policía  secreta,  incapaz  de  horadar  un  agujero  de  las
                                                     dimensiones  adecuadas  para  capturar  –por  error——  a
                                                     un  supuesto  disidente  político  porque  «se  han  vuelto  a
                                                     pasar  al  sistema  métrico  decimal»),  así  como  un
            componente entre kafkiano y onírico (ese fontanero comando encarnado por Robert De Niro) de los
            que carece la novela de Orwell.
               Se podrían encontrar ecos marginales de 1984 en otras películas como The Wall (Alan Parker,
            1982), que nos presenta otra "pesadilla de aire acondicionado" con el leitmotiv de la música de Pink
            Floyd, pero sus similitudes con la novela no dejan de ser eso: marginales.
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