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George Orwell                                    1 9 8 4                                    18

               No es el único punto de la realidad cotidiana en que el lenguaje orweliano se ha infiltrado en el
            habla  coloquial.  La  manipulación  informativa  a  veces  hace  aflorar  las  referencias  a  Orwell  y  su
            obra. Cuando el político de turno afirma como dogma de fe indiscutible una opinión que poco antes
            denigraba, la expresión doblepensar acude a nuestras mentes. Ya ha dejado de resultar extraño que
            expresiones que parecen salidas de 1984, tales como "la guerra es la paz", estén en boca de la clase
            dirigente y, peor aún, ya no nos extrañen. Ya están asumidas como parte indisoluble de su discurso
            político.


               6. Conclusiones

               A modo de conclusión, ¿qué hay de 1984 en nuestro mundo actual? Parece ser que mucho, y más
            de lo que quisiéramos. La advertencia de Orwell parece haberse convertido en realidad, tal vez de
            una  manera  más  sutil  y,  por  supuesto,  menos  lesiva  para  la  sensación  de  libertad  individual.  El
            futuro opresivo descrito por Orwell se ha convertido en un presente en el que impera la sensación
            generalizada  de  libertad  y  comodidad,  de  utopía  realizada,  pero  en  realidad  los  mecanismos  de
            control son los mismos. En resumen, la definición misma de distopía, tal como la enunciábamos en
            otro momento de esta  conferencia. Una situación más próxima a la distopía descrita por Aldous
            Huxley  en  Un  mundo  feliz,  en  la  que  la  sumisión  de  las  masas  pasaba  ineludiblemente  por  el
            condicionamiento hipnagógico, las drogas de diseño y la sociedad de consumo; un modelo igual de
            impersonal  que  el  de  1984,  pero  envuelto  en  una  apariencia  mucho  más  humana  y  deseable.
            Motivos que hacen que  la distopía de Aldous Huxley sea mucho más temible que la de George
            Orwell. Pese a su fama, 1984 no nos presenta, ni de lejos, el peor de los futuros posibles.
               A decir verdad, es probable que 1984 ni siquiera sea el libro más terrible de Orwell. Demasiado
            maniqueo,  como  por  otra  parte  la  mayoría  de  su  obra,  carece  de  los  matices  de  Rebelión  en  la
            granja y de la espontaneidad y vividez de Homenaje a Cataluña. Es demasiado poco sutil, y ello le
            hace perder parte de su pretendido efecto denuncia. Pese a que su fin último es denunciar cualquier
            forma  de  totalitarismo,  tanto  los  existentes  en  el  momento  de  ser  escrita  como  los  que
            probablemente habrían de surgir (siguiendo la cronología interna de la novela, el Gran Hermano no
            aparece  en  la  historia  hasta  los  años  60,  con  la  revolución  ya  consolidada),  es  asimismo  una
            metáfora demasiado transparente del estalinismo. El Gran Hermano es Stalin. Emmanuel Goldstein
            es Trotski, su archienemigo, su compañero de revolución, a la cual supuestamente traiciona. Orwell
            ha vivido la persecución de las milicias trotstkistas del POUM durante su estancia en Cataluña y
            Aragón.  También  sabe  lo  que  es  exponerse  a  la  censura  por  divulgar  opiniones  opuestas  al
            estalinismo. Todo ello lo convierte en un compañero de viaje de Trotski. Aunque la ideología de
            Orwell  no  era  propiamente  trotskista,  el  hecho  de  denunciar  los  excesos  del  estalinismo  (en
            Homenaje a Cataluña, por la vía del periodismo de denuncia; en Rebelión en la granja, mediante
            una fábula animal; en 1984, recurriendo al tremendismo), en la práctica termina por servir a los
            intereses de Trotski. La crítica abierta de la represión de las milicias del POUM en Homenaje a
            Cataluña, la persecución de Snowball en Rebelión en la granja y la introducción del personaje de
            Emmanuel  Goldstein  en  1984  son  manifestaciones  de  un  alineamiento  inequívoco  del  lado  de
            Trotski.
               O tal vez no. Del mismo modo que jamás vemos al Gran Hermano, es tan sólo una referencia
            abstracta, una suerte de divinidad que encarna los valores fundamentales del Estado de Oceanía,
            tampoco sabemos a ciencia cierta quién es ni cómo se comporta Emmanuel Goldstein. Las únicas
            manifestaciones  de  la  existencia  de  Goldstein,  aparte  de  la  confusa  Hermandad  (en  realidad,  un
            cebo para atraer disidentes a las garras de la Policía del Pensamiento), es un texto completamente
            inocuo y meramente descriptivo del funcionamiento de Oceanía y de las interioridades del Partido.
            Teoría y práctica del colectivismo oligárquico apenas tiene elementos escandalosos; no es más que
            un  manual  de  divulgación.  De  hecho,  podría  ser  un  libro  de  texto  para  los  cuadros  del  Partido
            Interior, ya convencidos de las bondades del régimen gracias al proceso del doblepensar.
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