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George Orwell 1 9 8 4 12
mejorar el futuro. Anulando la línea temporal se atajan de raíz estas posibilidades. El único pasado
existente es aquel que el Partido dispone, y puede cambiarlo a su antojo, si una cifra de producción
de chocolate no cuadra, si un objetivo del plan trienal no se cumple, si tres líderes
antirrevolucionarios deben ser vaporizados. Cualquier discordancia entre el pasado y la propaganda
oficial puede inducir a pensar que el presente no es perfecto o no está completamente controlado.
Ante la imposibilidad de viajar en el tiempo para modificar esos parámetros descontrolados, la
única manera posible de eliminar el problema es borrándolos de la memoria. Si se manipulan y
adulteran, los nuevos registros pasarán a ser la única verdad. La antigua verdad nunca habrá
existido, luego no será verdad. No será. Una persona incómoda para el régimen, un culpable
confeso de crimental (pues el crimental siempre conlleva una confesión de culpabilidad), será
anulado como persona, primero se le despojará de su personalidad y más tarde, cuando su ejemplo
viviente ya haya sido interiorizado por el súbdito, será vaporizado, será una nopersona. No será. No
habrá sido nunca.
Esta realidad configura un futuro perfecto. El pasado, en perpetuo movimiento, dará lugar a un
futuro inmóvil, en el que no quepa la disidencia porque ya no existirá palabra para la disidencia. La
neolengua se encargará de ello. El lenguaje modelará la mentalidad de los hombres y mujeres
futuros, en la misma medida que la manipulación de la Historia. Llegará un momento en que el
tiempo se estanque, pues, como todo cuerpo perfecto, la entropía habrá desaparecido y se
encontrará en estado de reposo absoluto. Sólo en ese momento darán igual el pasado y el futuro,
puesto que sólo se vivirá en el presente. Ese momento no está lejano. Los expertos prevén que hacia
2050 se publicará la edición definitiva del Diccionario de neolengua. Esa es la fecha que el Ingsoc
se ha marcado para controlar la realidad. Una fecha tal vez utópica, puesto que (y esto sólo puede
significar que el Partido está próximo a alcanzar sus fines) Winston no tiene la certeza de la fecha
en que vive. Elige 1984 como fecha para comenzar su diario por aproximación, no porque le conste.
Es probable que la acción de 1984 ni siquiera transcurra en el año 1984. El tiempo está dejando de
existir.
Pero este ideal puede no alcanzarse. En tanto no se hayan borrado todos los registros del pasado
que puedan comprometer el presente, y en tanto no se haya perfeccionado la estructura mental de
los habitantes de la Oceanía futura, existe el riesgo del libre pensamiento. Y sólo con la violencia se
puede erradicar el germen del individualismo.
3.3.4 Violencia
El Estado debe ejercer la coerción para asegurarse el cumplimiento de las leyes. Esto es aplicable
a cualquier tipo de Estado, sea totalitario o democrático. Sólo el nivel en que se ejerce esa coerción
determina el tipo de régimen político. Un Estado en el que priman los mecanismos violentos de
coerción es un Estado totalitario. La Oceanía de 1984 lo es. Bajo la apariencia de utopía, todos
saben lo que les espera si caen en desgracia. El crimental es arbitrario, no respeta a nadie, padres de
familia o miembros del Partido. Ni siquiera Syme, el ideólogo de la neolengua, escapa a la prisión,
a las siniestras mazmorras del Ministerio del Amor. La violencia es el último recurso, al que tarde o
temprano llegarán todos los culpables de crimental, y se ejerce de una manera desmedida. El Gran
Hermano parece un dios bíblico, ejerciendo su castigo. O'Brien es una figura casi paternalista,
intenta por todos los medios enseñar a Winston sus errores, convencerlo de lo erróneo de su actitud,
modelando su mente al antojo del Partido, induciéndolo al doblepensar. Para ello, Winston ha de
traicionar aquello que más quiere y, pese a que Orwell se recrea sin piedad en las escenas de tortura
física (las referencias a la Inquisición son abundantes), lo más terrible de la novela es lo que
acontece dentro de la habitación 101, donde Winston se enfrenta a lo que más teme. Violencia
intelectual y violencia física van unidas en un binomio indisoluble que sólo tiene una finalidad:
perpetuar el Estado de terror y opresión, y no sólo eso, sino hacerlo con el beneplácito y la firme
adhesión y convicción de los ciudadanos oprimidos. En palabras de O'Brien: «Si quieres hacerte
una idea de cómo será el futuro, figúrate una bota aplastando un rostro humano... incesantemente».