Page 49 - ESPERANZA PARA UN MUNDO EN CRISIS
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Mantente saludable en un planeta enfermo 45
mundo a su alrededor los conforme a su propio molde, sino dejen que
Dios modifique su mente desde adentro, para que puedan comprobar
en la práctica que el plan de Dios para ustedes es bueno, cumple con
todas sus demandas y avanza hacia el objetivo de la verdadera madu-
rez” (Romanos 12:1, 2, traducción libre de la versión Phillips; énfasis
añadido).
¿Notas el énfasis del apóstol en la persona como un todo? Él habla
de nuestra adoración, de nuestro cuerpo y de nuestra mente. Cuidar
el cuerpo es un acto de adoración inteligente. A fin de cuentas, fui-
mos creados por Dios y, al cuidar el cuerpo, lo honramos como nuestro
Creador.
En la Creación, Dios rodeó a Adán y a Eva con todos los elementos
necesarios para que tuviesen una salud óptima. Las vertientes trans-
parentes y las fuentes caudalosas les proporcionaban agua pura. Las
frutas, las nueces, los granos, los vegetales y las verduras crecían abun-
dantemente. La comida natural que Dios ofrecía estaba llena de nu-
trientes completos. Mientras nuestros primeros padres se ejercitaban
expuestos al sol y al aire fresco, sus cuerpos mantenían la salud con
la que Dios los había creado. Por la noche, caía un refrescante rocío
y, cada día, descansaban en el amor y el cuidado de Dios. En el sép-
timo día, el sábado, experimentaban una confianza más profunda en
el Creador al adorarlo en el día especial que había reservado para la
adoración.
Nuestros primeros padres vivían en un mundo libre de estrés, an-
siedad y enfermedad. La paz y la felicidad iban de la mano. Sus cora-
zones desbordaban de amor por Dios y por los demás. Dios tiene la
intención de que descubramos los principios del Edén para guiar nues-
tra vida hoy. La Creación no fue un mero acto de Dios realizado hace
milenios. Fue un modelo de cómo debemos vivir. El Señor no solo está
interesado en nuestra decisión en el ámbito espiritual. También está
interesado en nuestra salud física y emocional. Existe una relación ínti-
ma entre nuestro bienestar físico y el espiritual. El apóstol Juan expresa
esta realidad sucintamente: “Querido hermano, oro para que te vaya
bien en todos tus asuntos y goces de buena salud, así como prosperas
espiritualmente” (3 S. Juan 2, NVI).