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CONDICIONES MATERIALES Y FINES IDEALES
Lo que distingue a nuestra generación no es en modo alguno el desprecio
del bienestar material o ni siquiera un menor deseo de él,sino,por el contra-
rio,la negativa a reconocer cualquier obstáculo,cualquier conflicto con otros
fines que pudiera impedir el logro de sus propios deseos. «Economofobia»
sería una expresión más correcta para describir esta actitud que el doblemente
equívoco «final del hombre económico», el cual sugiere un cambio a partir
de una situación que jamás ha existido y en una dirección en la que no nos
movemos. El hombre ha llegado a odiar las fuerzas impersonales a las que
en el pasado se sometió y a rebelarse contra ellas porque a menudo han frus-
trado sus esfuerzos individuales.
Esta rebeldía es ejemplo de un fenómeno mucho más general,de una nueva
repugnancia a someterse a cualquier norma o necesidad cuya razón de ser
el hombre no comprenda. Se hace sentir en muchos ámbitos de la vida, espe-
cialmente en el de la moral, y es con frecuencia una actitud elogiable. Pero
hay ámbitos en los que no puede satisfacerse plenamente esta apetencia de
lo inteligible y donde,a la vez,la negativa a someterse a algo que no podemos
comprender tiene que conducir a la ruina de nuestra civilización.Aunque es
natural que, conforme el mundo en torno se nos hace más complejo, crezca
nuestra resistencia contra las fuerzas incomprensibles para nosotros que in-
terfieren constantemente con nuestras esperanzas y planes individuales, es
precisamente en estas circunstancias cuando decrece para todos la posibili-
dad de un pleno conocimiento de tales fuerzas.Una civilización compleja como
la nuestra se basa necesariamente sobre la acomodación del individuo mismo
a cambios cuya causa y naturaleza no puede comprender. Por qué poseerá
más o menos, por qué tendrá que cambiar de ocupación, por qué le será difí-
cil obtener algunas cosas que desea más que otras; todo ello estará siempre
ligado a tal multitud de circunstancias,que ninguna mente aislada será capaz
de comprenderlo.O,todavía peor,los afectados dirigirán todos sus reproches
hacia una obvia causa inmediata y evitable, mientras que las interrelaciones
más complejas que determinan el cambio quedarán ineludiblemente ocul-
tas para ellos. El mismo jefe de una sociedad completamente planificada, si
desease dar una adecuada explicación a alguien acerca de por qué tiene que
ser desplazado a otro empleo, o por qué tiene que variarse su remuneración,
no podría hacerlo del todo sin explicar y defender su plan entero;lo que signi-
fica, por lo demás, que no podría explicarlo sino a unos pocos.
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