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Yo Beto: Una Historia Chévere para contar
MANUEL GONZÁLEZ “MANOLO”
Hijo de la tía Florinda (hermana de mi madre). Cuando ya tenía edad para trabajar,
mis padres acudieron a Manolo que, en esa época, era administrador (después fue el
dueño), de un estudio fotográfico, Arte XX, uno de los más prestigiosos de Bogotá, es-
taba a la altura de Foto Cano, Foto Estudios Valenzuela, Foto Preciado, foto estudios
Velón y pare de contar. Arte XX estaba ubicado en la calle 16 con carrera décima, inte-
rior 102, edificio Seguros Bolívar.
Mi ángel, porque…? Porque fue mi primer jefe en la vida, me guió en mi primer trabajo
de nómina, con todas las prestaciones, me enseñó a cumplir horarios, a trabajar rápido
y seguro de lo que estaba haciendo, a respetar y acatar las ordenes de los dueños del
estudio – empresa, en ese momento eran, Hernán y Alberto Sarmiento a cargo de la
fotografía social, Vicente Ayala, de la fotografía publicitaria y comercial, y Daniel Rodrí-
guez, de la fotografía industrial.
Este ángel fue la berraquera, me enseñó a tomar fotografías de estudio (con cámara
de trípode, luces y placa formato 3x4), a revelar e imprimir en laboratorio fotográfico,
a retocar el negativo e iluminar fotografías (ya que, en esa época, no había el color
directo en Colombia). Me enseño la atención al público en la recepción de los estudios
fotográficos y a orientar al cliente, para dejarlo en las manos de los expertos de cada
área de la empresa, a ser mensajero (entregando los estudios ya terminados y cobrar el
domicilio) a ser asesor comercial (visitando colegios y universidades, para elaborarles
los famosos “mosaicos” de graduación), a diseñar y colaborar con la pre y post produc-
ción de las campañas publicitarias de la época (M’ckanerison, publicidad Sancho, JES
producciones etc…etc.) a sellar los formularios del 5 y 6 los sábados, asesorándolos
con la revista “La Meta” especializada en hípica, a jugar billar a tres bandas, en esto,
Manolo era un maestro (yo nunca aprendí), me enseñó a tomar cerveza y trago, en el
restaurante de los hermanos Monroy (Carlos, Jorge y Wilson), llamado “el Guanenta”,
que quedaba al frente de la fotografía, imagínese donde me pusieron a trabajar, yo te-
nía que ir a escondidas, o sino, mi padre, donde se hubiera enterado, me habría sacado
inmediatamente del lado de Manolo.
No podía pasar por alto el comentario. Manolito me llevaba cuando tenia retos o tor-
neos importantes en los mejores salones o clubes de billares en Bogotá. Manolo era
un duro y campeón de billar en la modalidad carambola a tres bandas que es bastante
difícil de practicar. Nunca le gusto que yo lo divulgara ya que, en esa época (1973), el
billar era considerado, no como deporte, sino como vagancia, algo que estaba ligado a
los bares y sitios de mala muerte.
Para sus esposas Gladys y Angela, que no se donde están, un millón de gracias. Es-
pero que algún día, antes de partir de este agradable mundo, pueda abrazar a sus hijos
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