Page 185 - Biografia
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Jorge Humberto Barahona González
María Helena (la nena), su esposa, fue una de las mejores modelos, promotoras e
impulsadoras de Coca-Cola, nunca me imaginé que la amistad entre nosotros, trascen-
diera a través del tiempo.
Este par de ángeles, cuando se enteraron de mi precaria situación, tampoco lo pen-
saron dos veces para ayudarme de inmediato. Me invitaron a su casa, me brindaron
calor de hogar que yo tanto necesitaba, además me facilitaron almuerzo y comida a
diario, ellos vivían hacia el occidente del barrio álamos norte, por lo tanto, yo ya tenía
donde pasar los días, que eran tan largos y penosos para mí. También recibí el apo-
yo espiritual, la amistad, el dejarme compartirles mis proyectos, mis pensamientos a
falta de familia, esposa e hijos, son dos ángeles bondadosos y limpios de espíritu.
Ya para cerrar esta reseña de José, la nena y sus hijos, me siento honrado y feliz,
por contar con su amistad. Desgraciadamente, cometí un gravísimo error con José,
que ha deteriorado nuestra amistad y que, con vergüenza, debo confesarlo, le pre-
sente a Pedro Velandia, disque tramitador de pensiones, ante el difunto seguro
social, ahora colpensiones, el nunca hizo nada a favor de José, pero si le quito
cuatrocientos mil pesos, por eso tengo pena, vergüenza con este ángel, ya que yo no
soy así, mil y mil disculpas. A mi este Pedro, me quito 5 años de mi vida con ese cuento
y a mi esposa, la negra, le quito trecientos cuarenta mil pesos, ahí tengo el recibo que
lo comprueba, disque tramitador, pero en fin, conocer no es perder, decía mi padre,
cuando quiera que le cuente detalles, me dice, sino, dejemos así ahijadito.
Ojalá que cuando estemos más viejitos los tres, sigamos teniendo ese cariño y afecto
mutuo. Cuando estemos leyendo con José y la nena este libro ya terminado, seguro
estaremos degustando un buen whisky 18 años, porque eso sí, pobres pero exigentes
para el buen trago.
A ellos dos mi recomendación: “Sean felices… Jorge Humberto les dice”, porque sin
felicidad interior y exterior, no somos nada
PATRICIA Y BENJAMÍN
Desde que conocí a Patricia, se convirtió en mi ángel, porque por esta niña, cariñosa
graciosa y agraciada, conocí a la mujersota que se convertiría en la madre de mis
hijos Sandra y Jorge Alejandro, por este ángel, se conocieron las dos familias Heredia
y Barahona que, aunque ustedes no lo crean, en esa época, eran muy buenas amigas.
Todo cambio cuando mi madre se enteró que la negra (la tía de patricia), le quitaba a
Blanca su chinito consentido, o sea yo.
Cuando me paso lo que me paso, Patricia y Benjamín, tomaron una actitud concilia-
dora y ecuánime y sé, sin haber estado presente en los consejos familiares, que mis
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