Page 181 - Biografia
P. 181
Jorge Humberto Barahona González
Ustedes dirán, bueno, y que tiene que ver todo este preámbulo con Marlén Jimé-
nez…? Porque aquí es cuando aparece mi bello ángel, vecina y amiga especial de
toda la vida, inclusive, antes de conocer a mi espectacular negra. Marlén es una de las
hermanas de la familia Jiménez que, como la familia Barahona, éramos fundadores del
barrio Simón Bolívar. Fui amigo de su esposo, de sus padres, ya desafortunadamente
fallecidos, eran los dueños de la miscelánea “paco”, un negocio muy prestante de la
época, donde se encontraba de todo, y como no existía metrópolis ni los grandes alma-
cenes de cadena, les iba muy bien.
Un domingo, ella paso con su hija frente a la casa vacía, llena de recuerdos y que yo
estaba arreglando y mostrando para venderla o arrendarla. Este ángel, con su actitud
bondadosa y de ayudar a los amigos, que siempre la caracterizo, me dijo de frente:
“Jorgito, te pasa algo…? Te puedo ayudar…?”, vi en sus ojos la ternura y bondad con
que me hizo las preguntas, vi que por fin, había alguien con quien pude desahogarme,
alguien de confianza y le conteste: “Si marlencita, me pasa esto, esto y esto…!” se mi-
raron con la hija y de una, sin pensarlo dos veces, me invitaron a su casa, me brindaron
desayuno y almuerzo diario, en las noches, cuando me iba para la pieza donde vivía,
me decía: “Jorgito… mientras ve televisión, saboree bocadillo veleño con pan, sánd-
wich, ponqué ramo, papa frita con Coca-Cola etc... etc.
Además, como si fuera poco, cuando me salía trabajo los fines de semana, me pres-
taba el dinero necesario para pasajes, ida y regreso, me facilito su número fijo, para que
me contactaran, cuando me buscaban para los eventos especiales o para referencias
comerciales y me colaboraba como mi secretaria, muy eficiente por cierto…! Todo lo
que hizo por mí, con el tiempo se lo fui devolviendo poco a poco, hace años no tengo
el gusto de verla, ya que vendieron la casa en el barrio y yo, para un diciembre, la em-
barre con ella, si quieren saber que paso, se lo cuento personalmente sino, dejemos
así ahijadito.
Algún día podre pedirle perdón y aclarar las cosas, mientras tanto, para este ángel,
mil y mil gracias por todo lo que hizo por mí, como todos mis ángeles, sin ustedes, ha-
bría sido imposible estar como estoy ahora, gracias y bendiciones.
GUILLERMO CONTRERAS
Desde el bautizo de Jorge Alejandro (mi elegante retoño), no me veía con mi com-
padre “memo”, cuñado de Hugo, hermano de Ruth y tío de Paola (mi ahijada), lo había
dejado de ver, en la época cuando empezaba su carrera profesional en Coca-Cola
(después me entere que había sido exitosa) y su vida como padre de familia.
181