Page 103 - complot contra la iglesia
P. 103

En estas circunstancias, no podría lograrse que un concilio ecuménico
                    anulara lo establecido por otros al respecto, sin antes establecer la creencia de
                    que fueron los romanos y no  los judíos los responsables del crimen deicida.
                    Con este fin están realizando una activa propaganda tendiente a lograr sus
                    objetivos. También proyectan –si no les da resultado culpar  a los romanos de
                    la muerte de Cristo- hacer recaer esa culpa en toda la humanidad, empleando
                    el sofisma de confundir la causa eficiente con la causa final y afirmando que,
                    puesto que Cristo murió con el fin de redimirnos, nosotros fuimos los asesinos y
                    no los israelitas. Este burdo sofisma  equivaldría al que se utilizara diciendo
                    que, puesto que muchos judíos han sido muertos por los árabes por defender a
                    su Estado de Israel, fue este último el que los mató y no los patriotas árabes
                    que en esas luchas les dieron muerte. Esto es el colmo. No sólo tratan de
                    obligar a la Iglesia que les retire a los judíos su responsabilidad en la muerte
                    del Señor, sino que pretenden hacernos creer a los fieles cristianos, que
                    nosotros fuimos los asesinos. Los planes judíos para convertir a la Iglesia en un
                    dócil instrumento a su servicio, llegan a los límites de la locura.
                           Hemos sabido, además, que los judíos ya cantan victoria asegurando
                    que han logrado mover con todo éxito sus influencias para conseguir que en
                    breve se haga también una verdadera reforma en la liturgia católica, de todos
                    los ritos alusivos a las “supuestas” perfidias y maldades del pueblo judío.
                           En una palabra, entre las reformas a la Iglesia que proyectan los judíos,
                    por medio de sus amigos, figura la supresión en la liturgia y en los ritos
                    católicos de todo aquello que tiene por objeto prevenir a los cristianos y a la
                    Santa Iglesia en contra del peligro judío y de las acechanzas de la Sinagoga de
                    Satanás, para que, al desconocer los clérigos y los fieles la gravedad de esos
                    peligros, sean vencidos y dominados más fácilmente por el judaísmo.
                           Pero por más que realicen toda clase de ardides para tratar de engañar
                    a Su Santidad o para controlar el Concilio Ecuménico Vaticano II, se estrellarán
                    ante la asistencia Divina a la Iglesia. Confiamos tranquilos en la sublime
                    promesa hecha a Pedro por Dios Nuestro Señor de que “las puertas del infierno
                    no prevalecerán contra Ella”.




                           Capítulo Noveno
                           MORAL COMBATIVA Y NO DERROTISMO MORTAL

                           Uno de los más perversos ardides, de magnífico resultado para los
                    judíos es su lucha por el debilitamiento del cristianismo con el fin de lograr su
                    destrucción, ha sido el de explotar  la idea de una supuesta moral y caridad
                    cristiana –creada a su arbitrio- que utilizan con demoledora precisión como
                    arma destructiva contra la Cristiandad. Parece increíble que cosas tan nobles
                    como la moral y la caridad cristiana queden convertidas a su influjo maléfico, en
                    peligrosas emboscadas. Los judíos han  venido haciendo esta hábil y letal
                    transmutación con resultados tan destructivos para la Santa Iglesia, que es
                    preciso dar la voz de alerta, exponiendo el peligro con claridad para evitar a los
                    cristianos una fatal caída en la trampa.
                           Para la mejor comprensión de  este asunto, se puede recurrir a
                    comparaciones, que si bien son un tanto vulgares, resultan, sin embargo, muy
   98   99   100   101   102   103   104   105   106   107   108