Page 104 - complot contra la iglesia
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ilustrativas: supongamos que en una pelea de boxeo se obliga en los
momentos decisivos de la lucha a uno de los boxeadores a seguir peleando
con una mano atada, dejándoles la posibilidad de utilizar sólo la otra para
golpear al adversario, mientras éste sigue utilizando las dos, ¿cuál sería el
resultado de tal pelea? No sería de extrañar que sucumbiera en ella el infeliz al
que ataron una mano. Pues bien, esto es precisamente lo que ha logrado en
diversas ocasiones el pérfido judaísmo con los pobres cristianos, al deformar la
caridad y la moral cristianas que luego serán utilizadas para atarlos de pies y
manos y lograr así su derrota en las luchas que tiene emprendidas el judaísmo
para dominarlos y esclavizarlos.
Así, cada vez que los cristianos reaccionan en un intento de defenderse
de la Sinagoga de Satanás, de defender a la Santa Iglesia, a su patria, o de
preservar los derechos naturales que tienen como personas, como padres de
familia, etc., siempre que están a punto de obtener la victoria, de derrotar y de
castigar a los judíos o sus satélites, éstos recurren a la tabla de salvación: a la
caridad cristiana, tratando de conmover a los cristianos con ese recurso para
lograr que suspendan la lucha o se abstengan de coronar la victoria a punto de
lograrse.
También recurren a este ardid para impedir que se les imponga el
castigo que proceda, como criminales responsables de la agresión repelida.
Todo con el fin de que al amparo de esa tregua o perdón obtenidos, gracias a
un abuso de la caridad cristiana, puedan las fuerzas del judaísmo rehacer sus
huestes, recuperar el poder necesario e iniciar de nuevo el ataque arrollador e
inmisericorde, demoledor e irremediable, tras de cuya victoria no habrá que
esperar ninguna clase de moral ni de caridad judía.
Para lograr sus intentos de maniatar a los cristianos e impedir que se
defiendan eficazmente del imperialismo judaico, los israelitas echan mano de
juegos de palabras y de conceptos sofísticos. Dicen por ejemplo: si Dios
perdona a cualquier pecador que se arrepiente antes de la muerte, ¿por qué
ustedes, cristianos, no imitan a su Dios y Señor? Parten, pues, de una premisa
verdadera, la Doctrina cristiana acerca del perdón de los pecados, para tratar
de aplicarla de forma sofística, sacando consecuencias falsas, olvidando
además que Dios castiga a los pecadores que no se arrepienten, con el terrible
infierno eterno y a los que sí se arrepientes, con el purgatorio; castigos divinos
estos, más duros que los que los hombres puedan aplicar. Pero los judíos
quieren tergiversar lo relativo al perdón cristiano.
En esta forma deducen, por ejemplo, con base en dichas premisas, que
los cristianos están obligados a dejar sin el justo castigo a los criminales judíos
que asesinan a reyes, presidentes de república o a cualquier otro cristiano.
Sacan también en consecuencia que los católicos están obligados a dejar en
libertad a los espías que entreguen secretos vitales a una potencia enemiga,
para que puedan seguir en sus actividades traidoras y faciliten la derrota de la
patria. Llegan, asimismo, a la conclusión de que los cristianos están obligados
a dejar sin castigo –y aun a poner en libertad a los conspiradores- a los que
urden una revolución sangrienta y a los que la realizan, para que libres y sin
castigo puedan seguir conspirando hasta implantar la dictadura judeo-
comunista en el país, con todo su aparato de represión sangrienta y de tiranía.
Con juegos sofísticos como estos, sorprenden los judíos y sus agentes
infiltrados en el clero cristiano la buena fe de muchos que caen fácilmente en el