Page 77 - complot contra la iglesia
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tan sólo con la que representa actualmente el comunismo judaico para la
                    humanidad libre.
                           Para salvar a la Cristiandad de ese peligro, la Santa Iglesia tuvo que
                    recurrir a medios extraordinarios, cuya justificación se evidencia con el solo
                    hecho de haber aplazado varios siglos el desastre que ahora se cierne sobre la
                    humanidad.
                           En su lucha milenaria contra la Iglesia de Cristo, los judíos emplearon un
                    arma básica de combate: la quinta columna. Esta nació al irse convirtiendo
                    fingidamente al cristianismo millares y millares de judíos de todo el mundo.
                           El ya mencionado historiador judío, Cecil Roth, afirma textualmente en la
                    pág. 229 de su obra (“Storia del pòpolo ebraico”, edición Milán, 1962):
                    “...Naturalmente en la mayor parte de los casos las conversiones eran fingidas...”.
                           Los falsos conversos tomaban las aguas del bautismo y seguían siendo
                    en secreto tan judíos como antes; aunque adoptaban nombres cristianos, iban
                    a misa y hasta recibían sacrílegamente los sacramentos.
                           Asistían a sinagogas secretas; se  reunían en casas particulares y en
                    otros sorprendentes lugares, como después se verá. Estas familias cristianas
                    en apariencia, observadoras –hasta ostentosas- del culto, ritos y oraciones
                    cristianos, no sólo practicaban el judaísmo en secreto, sino lo transmitían a sus
                    hijos, que a determinada edad eran iniciados ocultamente en el judaísmo por
                    medio de secretas e imponentes ceremonias, que nos recuerdan las
                    iniciaciones masónicas.
                           Este sistema de judaísmo subterráneo ha existido desde los primeros
                    siglos del cristianismo hasta nuestros días, sin solución de continuidad.
                           Pronto se vio que la Cristiandad entera estaba amenazada de muerte si
                    no tomaba con urgencia las medidas necesarias para contrarrestar las
                    organizaciones secretas del judaísmo y las asociaciones ocultas que los judíos
                    clandestinos estructuraban entre los verdaderos cristianos; llegándose a la
                    conclusión de que la Santa Iglesia sólo podría defenderse y defender a la
                    humanidad de la destrucción, formando una  organización represiva, también
                    secreta. No quedaba más remedio que  oponer a las organizaciones ocultas
                    anticristianas, estructuras de represión también secretas. Así nació la
                    eficacísima organización oculta del Santo Oficio de la Inquisición.
                           Mucho se ha criticado el procedimiento secreto empleado por la
                    Inquisición, así como el sigilo absoluto que rodeaba a todas sus actividades. La
                    Santa Iglesia no tuvo alternativa,  y hubo de comprender lo infructuoso que
                    resulta combatir a una organización secreta con simples actividades públicas.
                    también los gobiernos han necesitado combatir las actividades secretas de
                    espionaje y sabotaje de sus enemigos, con servicios secretos equivalentes, ya
                    que de lo contrario, sucumbirían..
                           Siendo las organizaciones secretas la única medida verdaderamente
                    efectiva contra el judaísmo emboscado, no es extraño que éstas hayan sido las
                    que con más saña han combatido los judíos por todos los medios posibles. Así,
                    cuando Santo Domingo de Guzmán y otros santos varones de su época
                    lucharon por la creación de la Inquisición, los judíos ocultos, metidos en el
                    clero, organizaron innumerables intrigas para impedirlo, tratando incluso de
                    sublevar a los obispos en contra de la medida y atacando sistemáticamente lo
                    relativo al secreto. No hay cosa que tema más la quinta columna judía, que el
                    que la Santa Iglesia y los católicos utilicen para combatirla, las mismas armas
                    secretas que ella.
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