Page 48 - LOS PROTOCOLOS DE LOS SABIOS DE SION
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desde  el  principio  de  nuestra  campaña  hemos  jugado  nosotros  con  los  valores  de  los
              Gentiles).

              Sustituiremos  las  Bolsas  por  grandes  establecimientos  de  crédito  especial  cuyo  objeto
              será  tasar  o  cotizar  los  valores  industriales  según  las  miras  del  gobierno.  Estos
              establecimientos estarán en condiciones de lanzar sobre el mercado quinientos millones
              de valores industriales por día. De esta manera todas las empresas industriales quedarán
              bajo nuestra dependencia.

              ¡Ya podéis imaginar el poder que conquistaremos por este medio!.






              PROTOCOLO XXII:


              El secreto del porvenir.- El mal secular base del bien futuro.- La aureola del poder y su
              adoración mística.


              Con todo lo que hasta hoy llevo expuesto me he esforzado para mostraros el secreto de
              los  acontecimientos  pasados  y  presentes:  ellos  anuncian  un  porvenir  próximo  ya  a
              realizarse. Os mostré el secreto de nuestras relaciones con los Gentiles y el de nuestras
              operaciones financieras. Poco queda que decir sobre este particular.

              Tenemos en nuestras manos la más grande fuerza moderna: el oro; podemos en dos días
              retirar nuestros depósitos en la proporción y cantidad que sea de nuestro agrado. ¿Será,
              pues, necesario todavía demostrar que nuestro gobierno está predestinado por Dios? Lo
              que no podremos probar por medio de esta enorme riqueza es que todo el mal que nos
              hemos visto obligados a causar durante tantos siglos ha servido finalmente al verdadero
              bien, a  poner todo  en  orden...  ¡He  aquí  la  confusión  de  nociones  de  bien  y  de  mal! El
              orden se restablecerá, en parte, por medio de la violencia, pero se restablecerá al fin.

              Sabemos probar que somos bienhechores de la humanidad; nosotros que hemos hecho
              al mundo torturado el verdadero bien de darle la libertad al individuo, que podrá gozar de
              descanso; la paz, la dignidad en las relaciones, a condición, entiéndase bien, de observar
              las leyes establecidas por nosotros.

              Explicaremos  de  paso  que  la  libertad  no  es  el  libertinaje  ni  el  derecho  a  la  licencia;  ni
              tampoco  consiste  la  dignidad  ni  la  fuerza,  en  el  derecho  de  cada  uno  a  proclamar
              principios  subversivos  y  destructores,  como  el  derecho  de  libertad  de  conciencia,  de
              igualdad y otros semejantes, ni en modo alguno tampoco el derecho del individuo consiste
              en  excitarse  a  sí  mismo  o  excitar  a  otros  haciendo  alarde  de  talentos  oratorios  en
              asambleas tumultuosas.

              La verdadera libertad consiste en la inviolabilidad de la persona que observa honrada y
              exactamente  todas  las  leyes  de  la  vida  en  común;  la  dignidad  en  la  conciencia  de  sus
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