Page 325 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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       discreto ni cuida de su propia salvación ni tiene recta intención, sino
       que, por el contrario, carece de toda aspiración elevada o la tiene muy
        débil, o más bien, aspira únicamente a la prelacia y la jefatura, y esto
       en el camino de Dios es una imperfección. ¿No ves acaso cómo Ma-
       homa [91] afirmó que, si Moisés hubiese vivido, no habría tenido más
        remedio que seguirle? Elias y Jesús, igualmente, se habrían sometido
        a las normas de la religión de Mahoma. Así es como deben ser los
        maestros de este camino espiritual.
          Debe finalmente el maestro observar los estados de alma del no-
       vicio en cada momento y hasta contar  el número de sus respiracio-
       nes, pues  si  del más  ligero movimiento  deja de  pedirle cuenta y
        someterlo a su examen, faltará a sus deberes para con  el novicio y
        dejará de cumplir lo que el grado del magisterio espiritual reclama.
          Esto que acabamos de enumerar es tan sólo algo de lo que debe
        hacer el maestro y director de las almas en el camino de Dios. Enu-
       meremos ahora, de las condiciones del novicio que aspira a ser dirigi-
        do, las que nos sea fácil recordar con la voluntad de Dios.
        ARTICULO  2. DE LAS CONDICIONES DEL NOVICIO QUE ASPIRA A SER
                a
                           DIRIGIDO
          Es condición del novicio no tomar por maestro, sino aquel por el
       cual sienta temor reverencial su corazón. Comprométase a obedecer-
        le, así en lo que  le agrade como en lo que le repugne. No le oculte
        idea alguna de las que le ocurran, ni le contradiga jamás en cosa al-
        guna. Es también condición indispensable del novicio la sinceridad de
        intención en  la búsqueda del maestro. No debe examinar o discutir
        los actos de éste, sino tan sólo imitarlos, a no ser que el maestro mis-
        mo se lo ordene. No se exceda jamás de lo que el maestro le mande
        hacer, ni busque el sentido interno de sus palabras, sino, antes bien,
        aténgase al mero sentido literal que ellas tengan, hasta que ascienda
        al grado de las alusiones esotéricas, en  el cual se  le revelará aquel
        sentido interno. No pregunte la causa de lo que le mande el maestro;
        antes bien, apresúrese a obedecer, tanto si entiende, como si no entien-
        de el motivo del precepto; no se tome la libertad de hacer algo que el
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