Page 328 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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La obediencia del novicio   317
       tantemente quiera el novicio lo que el maestro quiera. Por eso, hasta
       sería mejor que no se llamase ya aspirante (1), puesto que no debe
       tener aspiración o voluntad personal en sus relaciones con el maestro.
       Sólo en  los comienzos del noviciado se  le podría llamar aspirante,
       puesto que entonces aspira a la perfección para la cual ha sido crea-
       do; mas como de esa meta, a la cual aspira llegar, él ignora el camino
       y porque lo ignora necesita buscar alguien que conociendo a Dios se
       lo enseñe, he ahí por qué debe someterse y entregarse a la dirección del
       maestro, sin resistencia alguna o contradicción, y seguir así, mientras
       la iniciación dure, hasta que Dios se  le revele. Entonces, cuando  el
       maestro conozca que el novicio puede ya vivir por sí, porque su crian-
       za espiritual es ya perfecta y ha llegado  el momento de destetarlo,
       debe, por su parte, cortar toda comunicación con él y dejarlo solo con
       su Señor, y hasta, si el discípulo así lo desea, puede permitirle que se
       dedique al magisterio, pero ya sin que el maestro tenga sobre él auto-
       ridad alguna. De todos modos, aunque  el novicio llegue después a
       igualar o superar a su maestro, siempre deberá guardarle la conside-
       ración y el respeto que se merece por haber sido su maestro, y así, no
       comenzará a dedicarse a la dirección espiritual de las almas, si no es
       con su licencia, a no ser que reciba de su Señor la orden directamente,
       pues si Dios se lo manda, no tiene para qué meterse en ello el maestro.
         Es también condición del novicio que se aplique asiduamente  al
       ejercicio del ayuno, la vigilia, el silencio y la soledad, después de ha-
       ber cumplido los deberes de la penitencia.  Si no puede soportar la
       soledad, tome un compañero santo. Sea sincero en sus peticiones a
       Dios y en el estricto cumplimiento de los preceptos de la ley religiosa.
       Si no conoce bien el novicio el estado de su propia alma, le será in-
       dispensable la compañía de alguien que conociendo a Dios lo dirija.
       Examine escrupulosamente los manjares que le son indispensables, a
       fin de ver si los puede tomar según las prescripciones rituales, y si esto
       le fuese difícil [94] de conseguir, porque no encontrase medio de pro-

         (1)  En árabe, morid: "el volente", "el que tiene voluntad", "el aspirante",
       "el postulante", "el novicio".
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