Page 358 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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Carismas espirituales     347
          Otra es el preferir los pobres a los ricos y los hombres religiosos
        a los mundanos. Tanto, que si uno de los sufíes está dispuesto a pre-
        sentar sus respetos a un hombre de mundo y de repente entra un po-
        bre, no omite ni una sola de las cosas que iba a decir o a hacer en
        honor del otro. Y esto, porque ni debe perturbar el corazón de aque!
        pobre ni alterar tampoco él mismo su actual disposición de ánimo...,
        ni excusarse siquiera con el invitado, al cual, si le pide explicaciones,
        le contará lo ocurrido haciéndole entender que ésta es la regla de con-
        ducta de los sufíes y que quien hace sufrir al corazón de un pobre por
       causa de un rico, queda excluido ipso facto del gremio de los sufíes.
        En cambio, meter la alegría en los corazones de los pobres es, no sólo
        una obligación ordinaria, sino además el cumplimiento de un voto es-
       pecial que han hecho con Dios. Sin embargo, ¿dónde encontrar el po-
       bre que merezca, por serlo, estas muestras de respeto? Porque la po-
       breza es una morada espiritual y un estado místico, patrimonio exclu-
       sivo de determinadas almas. Ni es condición indispensable de los que
       llegaron a esa morada de la pobreza el no poseer bienes, pues los hay
       que poseen bienes y los hay que no poseen nada, y, sin embargo, unos
       y otros ocupan igualmente la morada mística de la pobreza.
          Y puesto que ya hemos enumerado sumariamente algunas de las
       cualidades, virtudes y maneras de conducirse propias de los sufíes,
        pasemos a enumerar los carismas que Dios, por medio de ellos, mani-
       fiesta, cuando alcanzan los estados místicos.
       ARTICULO  5.° DE LOS CARISMAS QUE MANIFIESTA DIOS POR MI-
       NISTERIO DE SUS INTIMOS AMIGOS, CUANDO' ALCANZAN LOS ES-
                        TADOS MISTICOS
          El mayor de los carismas es éste: que el alma se tenga por cosa
       vil, precisamente cuando sale del coloquio íntimo con Dios, adornada
       con las cualidades divinas que de El ha recibido en  el éxtasis. Son
       asimismo grandes carismas:  la respetuosa atención con que  el alma
       vigila para recibir las comunicaciones que Dios se digna enviarle y las
       ideas y sentimientos que en cada momento le inspira; la completa con-
       formidad con el divino beneplácito en todos los estados; la buena nue-
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