Page 357 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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346 Parte III.— Textos: Amr, 113, 114
ya en la perfección; otros se visten para su momento presente, y éstos
son inferiores en perfección a los primeros. Es, sin duda, más perfecto
el que somete a su voluntad las vicisitudes del tiempo, que quien a
estas vicisitudes somete su voluntad. El que se viste, pues, para su
vida futura, es decir, el que merece la prelación y la prioridad, usa tan
sólo de lo preciso para cubrir su desnudez y preservarse del calor y
del frío, con prendas que no tengan valor ni precio alguno, lo cual
varía según el país en que viva. El que se viste para el momento pre-
sente, es el que se ha despojado de toda afección a las criaturas, el
que ni compra ni vende espiritualmente, el que tan sólo se preocupa
del actual estado de su alma en relación a Dios, el que, por eso, no
hace caso alguno ni de este mundo de aquí abajo ni de la vida futura,
pero que, a pesar de todo, conserva todavía la indispensable honesti-
dad que el respeto a las prescripciones de la ley religiosa reclama para
no traspasarlas. Es, sin embargo, de inferior rango espiritual que el
primero. El síntoma por el cual se conocerá su sinceridad en el estado
místico que posee, es la observancia de la ley religiosa, que acabamos
de indicar. Si anda desnudo, no le importa, ni hace caso tampoco de
que el vestido sea bueno o malo. Fuera de estos dos modos de conduc-
ta en el vestir, cualquiera otro es ya indicio de pasión. Hay sufíes que
se dejan llevar de esta pasión hasta el extremo de vestir telas que la
ley religiosa prohibe (1); otros que, sin llegar a ese extremo abusivo,
visten telas, no vedadas por la ley, pero sí reprobables; otros, en fin,
que sin llegar a eso, visten trajes lícitos y buenos. Pero el análisis par-
ticular de todos estos casos sería prolijo y no cabe en los estrechos
límites de este tratado breve.
Otra de las cualidades de los sufíes consiste en que siempre esco-
gen la opinión más estrecha [114] y segura y desechan, en cambio, las
opiniones probables y discutibles, para atenerse a las que tienen el
unánime asenso de los moralistas (2).
(1) La moral islámica prohibe el uso de tejidos de seda y oro a los va-
rones.
(2) Cfr. supra, pág. 318.