Page 360 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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Carismas materiales y su causa 349
ejemplo: "En el nombre de Dios", tiene, como lo insinúan algunos mís-
ticos contemplativos, igual eficacia, cuando la profieres tú, que la pa-
labra imperativa Sea, proferida por Dios, para el efecto de producir
esas transformaciones de la materia.
Otro de sus carismas es la posesión de fuerzas físicas extraordina-
rias, como, por ejemplo, para arrancar de raíz un árbol con el pie y
hacerle dar vueltas por el aire; romper o hendir un muro con un sim-
ple golpe de la mano, etc. Hay quienes con sólo hacer una seña con
el dedo hacia una persona, la hacen caer al suelo, o que simplemente
con el gesto de cortarle la cabeza, vuela ésta.
Carismas especiales de los místicos elegidos de Dios son los si-
guientes: conocer por revelación divina el misterio de la circulación de
la vida a través del mundo entero y el de la relación de los efectos con
sus causas; penetrar con los ojos de la vista interior en la esencia de
las cosas, sin razonamiento discursivo; resucitar a los muertos; dar la
existencia a lo que no la tiene; satisfacer las necesidades del prójimo,
bien sea por medio de otro hombre, bien sea sin su intervención, pero
en ambos casos sin que con palabras o gestos se le dé a entender esto
al necesitado; finalmente, transformar las sustancias.
La raíz de donde nacen todos estos maravillosos carismas es la
siguiente: si alguien interrumpe en su propia alma un vicio, es decir,
un hábito malo, de aquellos que dominan a los corazones de los hom-
bres, Dios interrumpe también en favor suyo una de las leyes físicas,
que también son hábitos de la naturaleza. Esta ruptura de las leyes
físicas es lo que se llama carisma para el vulgo, aunque para los mís-
ticos el verdadero carisma es la singular providencia con que Dios les
otorga la gracia y la fuerza para romper los malos hábitos morales de
sus propias almas. Este es el verdadero carisma, a nuestro juicio. Esas
otras maravillas, que el vulgo llama carismas, los grandes místicos se
desdeñan hasta de prestarles atención, porque saben que, unas veces,
participan de ellas también almas ilusas y engañadas, y otras veces,
son la recompensa con que Dios premia la virtud en esta vida, y por
eso temen que Dios les otorgue tales carismas a guisa de premio tem-
poral, pues la verdadera patria de los premios es la vida futura. De