Page 355 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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344          Parte III.—Textos: Amr, 112, 113
        lograr que lo retenga, y  si, a pesar de todo, se niega a retenerlo, lo
        toman, pero para entregárselo a otro que lo necesite, sin que vuelvan
        ya a entrar jamás en posesión de lo que una vez prestaron, pues los
        sufíes no vuelven a adquirir cosa alguna de que se han desprendido.
        Si por la calle se les cae alguna cosa, prenda de vestir o dinero, aun-
        que sean cien mil dinares, y lo advierten cuando ya están lejos del
        sitio en que lo han perdido, no lo buscan, ni vuelven atrás para ver si
        lo encuentran, ni hacen indagaciones con ese fin, ni le dan importancia
        alguna al suceso, pues si sus almas se alteran y turban por la pérdida,
        es que están enfermos de dolencia espiritual, es que en sus corazones
        queda todavía afición a lo creado, y quien de  tal mal adolece debe
        trabajar con todo empeño para hacer que de su alma desaparezca
        la enfermedad... Sin embargo, si se siente dominado del escrúpulo de
        que la cosa se pierda sin provecho de nadie, entonces deténgase  allí
        donde se le cayó, hasta que pase un necesitado al cual le ordene que
        la recoja, y él entonces márchese, sin que jamás la cosa vuelva a entrar
        en su posesión, a no ser que se la devuelvan sin él pedirla ni buscarla,
        porque ya en ese caso es libre de tomarla si quiere o de abandonarla
        si así  le place.
          Otra de sus cualidades es el no volver nunca la vista atrás. Caso
        de volverse,  lo hacen todos juntos. Llamó un hombre a gritos a El
        Xiblí (1) por detrás, pero ni volvió la cara ni  le respondió. Tan sólo
        dijo: "Ellos [los sufíes] no se vuelven atrás ni responden a quien les
        llama por detrás del occipucio."
          Otra de sus cualidades es la creencia en los agüeros: usan de lo
        que es de buen agüero y evitan  el malo. Entró  el Xiblí cierto día a
        una reunión y le dijeron: "Cierra la puerta"; pero él replicó: "Los su-
        fíes abren las puertas cerradas, pero no cierran las abiertas." Llamó
        un hombre a la puerta de nuestro maestro Abumedín (2), y éste salió
        a ver quién era. El maestro no tenía la intención de dejar que entrase

          (1)  Famoso maestro de espíritu, en cuyos libros se formó Algazel. Murió
        el año 945 de  J.  C.
          (2)  Cfr. supra, parte primera,  II, pág. 60.
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