Page 350 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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Otras virtudes monásticas   339
        perdón a Dios, así cuando velan de pie, como cuando están sentados.
          Otra cualidad es la privación de las cosas ilícitas y aun de aquellas
        cuya licitud es dudosa y de cuya ilicitud caben sospechas. En general
        huyen de todo aquello hacia lo cual  el alma,  el amor propio, siente
        inclinación concupiscente, es decir, desea buscarlo y se esfuerza por
        conseguirlo. En cambio,  si la cosa se les viene a las manos sin es-
        fuerzo de su parte y sin necesidad de pedir que se la den, entonces
        la toman y la comen, a no ser que el sujeto esté todavía en el grado
       del combate ascético...
          Otra es el examen de conciencia, es decir, de todos los movimien-
       tos del alma, pensamientos y deseos, hecho con cierto orden deter-
       minado.
          Otra es el pesar bien sus actos al comenzar a realizarlos.
          Otra es [109]  el combate ascético, que consiste en obligar al alma
       a soportar lo que al cuerpo repugna, es decir, el hambre, la sed y la
       desnudez. Es, pues, indispensable que  el religioso sufra las cuatro
       muertes:  la muerte blanca, que es  el hambre; la muerte roja, que es
       la contradicción de las pasiones; la muerte negra, que es el sufrir con
       paciencia el daño físico o mora!, y la muerte verde, que consiste en
       llevar el hábito remendado, echando en él pedazos sobre pedazos.
          Otra cualidad es el expulsar del corazón el apego a las dos reali-
       dades, materiales y espirituales, del mundo, y preferir para sus herma-
       nos, esto es, para  el prójimo, cuanto se posea.
          Otra es el poner en Dios el apoyo para todas las cosas, buscando
       tan sólo darle gusto en todo cuanto suceda, aun siendo cosas de las
       que  el alma acostumbra a repugnar, sufriendo con paciencia los do-
       lores físicos y obedeciendo dócil y sumisamente, sin repugnancia, cuan-
       to se les ordena.
          Otra es el ausentarse de la patria y hogar, el huir de las gentes,
       pero sin que esto nazca de que se piense mal de ellas, sino tan sólo
       porque el alma prefiere a Dios y para ello rompe los lazos y obstácu-
       los del mundo.
          Varias son las maneras de vivir de los sufies: peregrinar por las
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