Page 346 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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Otras cualidades de los novicios  335
        ben inclinarse a las soluciones que la ley permite por ser meramente
        lícitas, pues esto es perder el tiempo. Y así,  el que al entrar en este
        camino de Dios estuviese casado, no repudie a su mujer, y  si fuese
        célibe, no se case, hasta que no haya llegado a la perfección, y enton-
       ces, que haga lo que su Señor le inspire.
          Es también condición del que todavía anda por este camino, sin
        haber llegado a la perfección, que no tome cosa alguna que  le den,
       aunque sea dentro de los límites de la austeridad más delicada y aun-
       que la tome para darla a otros, pues sería para él un velo que le im-
       pediría percibir las luces de lo alto. En cambio, el perfecto es ya libre
       para tomar y retener, si así le place, o para dar, si así lo quiere, pues-
        to que obrará en cada caso conforme a lo que Dios  le inspire, y la
       inspiración de Dios es para el perfecto exactamente lo mismo que la
       dirección del maestro es para el discípulo; de modo que, así como no
       cabe contradecir  al discípulo cuando obra conforme a los preceptos
       del Profeta, así tampoco cabe contradecir al maestro cuando obra con-
       forme a lo que Dios le inspira, si es maestro de verdad, como tampo-
       co cabe contradecir al Profeta en ninguno de sus actos, puesto que
       siempre obró tomando de Dios la dirección. El maestro es, pues, como
       el Profeta...
          Es condición de los que siguen este camino el dejar de contrade-
       cir a los demás, a no ser que el contradictor sea un superior, pues en
       este caso no es contradicción, sino educación del inferior. El inferior,
       en cambio, cuando niega o contradice, es por falta de experiencia o
       gusto espiritual y, por lo tanto, debe callarse y no negar aquello que
       no entiende.  Si, pues, niega, rompe el voto de su regla, ya que uno
       de los preceptos fundamentales de ella es la sinceridad, es decir, que
       ninguno habla más que de lo que por experiencia palmaria conoce;
       por consiguiente, cuando uno oye decir a su hermano algo que él no
       es [106] capaz de entender, tenga inmediatamente por sabido que el
       grado de intuición de su hermano es más alto y que  él ocupa otro
       inferior; solicite, pues, de él con humilde afabilidad que se lo explique,
       si cabe explicación, aunque lo mejor será que enderece y levante su
       corazón a Dios, a fin de que le otorgue la gracia que ha otorgado a su
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